domingo, 14 de diciembre de 2014

PEREGRINO EN EL GALLINERO

El actual arzobispo de Madrid visitó el sábado pasado el poblado chabolista de El Gallinero, bajando así a los infiernos de la capital. 

Su anfitrión, el párroco de Entrevías, Javier Baeza, apenas se creía lo que estaba viendo.
Cercano a la gente, durante dos horas y media, en mitad de la tormenta que azotaba la capital de España, Carlos Osoro canceló sobre la marcha otros compromisos "porque tenía que estar allí". El arzobispo de Madrid, remangándose la sotana, -al final de la visita tuvo que buscar un charco para limpiar algo sus zapatos- visitó a varias familias, en su mayoría gitanos rumanos, que viven a diario los golpes de una sociedad injusta y sobreviven como pueden a la ausencia de luz, agua, letrinas o la constante amenaza de las apisonadoras.
Junto a él, en mitad de chabolas desvencijadas, don Carlos escuchó, y compartió, la vida y las miserias de aquellas personas. Y confirma el diagnóstico: "Es inexplicable cómo puede haber tanta pobreza a tan pocos kilómetros del centro
Uno de los momentos más emotivos de la visita ocurrió cuando el arzobispo entró en un pequeño cuartucho, con dos camas. "¿Cuántos vivís aquí?", preguntó a una joven de 33 años. "Vivimos mi marido, mi hermana, mi madre... y mis once hijos". ¡En dos camas!

"No quiero establecer comparaciones, decía Javier, al día siguiente, en la misa de Entrevías. Pero es la primera vez que me encuentro un obispo que me conoce y que me escucha, que me da su teléfono y que detiene el tiempo para estar con nosotros". (R.D.)

No importó la lluvia, pues los caminos están trazados en El Gallinero, en los suburbios, en las favelas, en las cuevas,… para aquellos que quieren ser peregrinos en la periferia, como el papa Francisco.

Esto que no es una simple gota de agua, -¡cuántos testigos de Jesús de Nazaret en situaciones parecidas!-, borra los “atentados de clérigos” que llora, a lo largo de estos días, nuestra Iglesia y –¡como no!- la morbosidad con que son tratados en ciertos medios informativos.

sábado, 6 de diciembre de 2014

EL COMIENZO

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
(Marcos 1,1-8)


Es el comienzo, no en el templo de las seguridades,
sino en los linderos del desierto
donde  la austeridad y la fidelidad se besan.

Donde el eco de la conversión
se alía con los camino imperecedero de la alegría,
donde la palabra alumbra una tierra nueva
y el silencio de Dios cubre la piel humana.

Es el comienzo de toda la historia virgen
al borde de un agua maternal
de donde brota la vida del espíritu.

Es el punto de partida,
el comienzo donde se estrellan
los falsos caminos
y desaparecen los miedos,
y el proyecto de liberación se hace más humano,
dignamente dichoso…

 El comienzo donde los riesgos
dejan espacio para la esperanza,
para la igualdad y la justicia insobornables.
                 

En el comienzo estabas tú,  Juan,  precursor,
profeta coherente, espejo fiel  de las aspiraciones
y luchas de nuestros días.

Sé tú, Juan Bautista, con tus atuendos de camello,
ceñido  de cuero,
alimentado de miel silvestre,
el pregón de nuestros senderos,
                                  a ritmo de eternidad.