domingo, 17 de marzo de 2019

MIENTRAS ORABA


…mientras oraba,
el aspecto de su rostro cambió.
(Lc. 9, 28-36)

El monte Tabor

Maestro,
subir a lo alto de la montaña para orar,
por invitación tuya,
es iniciarse en el destino de nuestra humanidad.

Orar, sumergiéndonos, junto a Moisés y Elías,
en el diálogo sobre tu muerte en Jerusalén,
es intuir tu misma piel de Dios.

Orar, tomando conciencia del fracaso aparente
de tu misión
es anidar en la concepción más humana de la vida.

Silenciar los resquicios de tu inmensa gloria,
manifestada en el Tabor,
es conectar con la autenticidad de tu mensaje.

Mas,
construir tiendas en las alturas
deslumbrados, como Pedro, por la teofanía admirable,
es no entender el sentido de tu transfiguración.

* * *
Porque
el Tabor es alianza con la muerte, antesala
de la resurrección esperada.
El Tabor es la transfiguración del dolor de la historia
y de lo absurdo de tanta injusticia derramada.
El Tabor es la luz inapagable,
calor inextinguible,
silencio provocador.

Porque
en el Tabor está nuestra batalla y nuestro refugio.
Está la lanzadera luminosa de los testigos de tu Palabra.
Está la eucaristía del corazón, que desciende a la vida

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