sábado, 23 de diciembre de 2023

BALADA DE NOCHEBUENA

Noche de Navidad. Noche de estrés,
día a día.  
Noche de palabras vacías,  
Noche de serpentinas heladas,
frías como estrellas jugando con la nieve.
 
Mientras…
Escalofrío ante los rugidos de las bombas,
ante el griterío de los hambrientos,
de  los sedientos.
Noche que silencian todos los ayes
de los hospitales, de los cayucos, de las prisiones.
 
Celofanes ingenuos y mentiras envueltas
en los consumismos idólatras,
eslóganes  compitiendo sobre el asfalto
humano…  
¡ante tanta conciencia dormida!
 
Mientras…
Entre codazos de gente veo a Manuel
“el Barbas”,
cabeza abajo, colilla entre los labios,
ropa a jirones,
y la mochila vieja en el dorso desgarrado.
 
Hombre bueno obligado a aunar
sus pasos sucios con los atajos
más mugrientos aún
de quienes llenan sus arcas
con la malicia del dinero.
 
Mientras…
Yo,  perdido en el tráfico, veo
faros anónimos gritándome por detrás...
¡Ay!, tengo que acelerar, sin paz.
Noche de prisas, sí, como todas las mañanas,
como  todas las tardes de luces prestadas.


“El Barbas” quedó atrás con su silencio,
el  viejo pasamontañas moruno,
la colilla ya apagada entre los labios,
los calcetines raídos de tanto caminar
por los helados fangos.

Mientras…


En el escaparate, a mi izquierda, asoma,
¡ay!, un hermoso Niño recostado en su sonrisa divina,
entre pajas ajenas… Y en el río de plata
se refleja al mismo tiempo
la sonrisa de Manuel, llena de esperanza.
 
Navidad aunque siga sonando en el vacío,
es Navidad, hermano mío, Manuel.
¡Siempre, siempre  es  Navidad!



 

domingo, 15 de octubre de 2023

ME TENÉIS FRITO

 


No me asiste la pasión por la política, pero no oculto mi sentimiento de  responsabilidad ciudadana. Como oriundo de la “piel de toro”, sufro esa crisis generalizada en la que nos han metido ciertos políticos acomodados en la “bancada”,  sin generosidad de miras, con mezquindad soterrada...

¿Exagero? Yo viví la Transición en comunión con la inmensa mayoría de españoles y, por suerte del destino, presencié y acompañé el aplauso generalizado de franceses y de  inmigrantes españoles a los aires nuevos  que rezumaba nuestra  recién estrenada Monarquía Parlamentaria. Felizmente.  Hoy, sin embargo,  vivo perplejo ante el desatino  político de “otras bancadas” que, aun cobrando sus nóminas del erario público español, pretenden rajar nuestra piel nacional.

La política, sin duda, es una de las vocaciones más dignas del panorama profesional, cuando contempla testimonialmente los intereses de los gobernados. En esa coyuntura,  no devenimos simples súbditos, sino  “aliados” de los valores propios de una soberanía que descansa en el pueblo. 

Me tenéis frito… Fue la expresión  de mi amigo peluquero Joaquín, hombre de gran cultura,   en una de nuestras conversaciones sobre los dislates que corren por la geografía de una España, casi en peligro de verse troceada en su dignidad soberana. Gente con autoridad moral, entre ella Felipe González y  Alfonso Guerra, ha afirmado con rotunda claridad que los postulados exigentes del prófugo catalán  no tiene cabida en nuestra Constitución.   Son, por demás, escaramuzas que intentan librar, junto a él, algunos gurús de la política, guarreando  la legitimidad de sus propios sueldos. ¡Para tenernos fritos a todos!

La trivialidad de esa cierta clase política se manifiesta en los “culebrones” que, a través de la televisión, estamos castigados a aguantar de políticos continuamente enzarzados en plañideros debates donde la buena educación brilla por su ausencia.  ¡Dramático el dibujo que diseñan, como trágico es el ejemplo que dan a las jóvenes generaciones!  La bandera del respeto a una Constitución que “sangró” consenso en su día entre políticos de ideologías bien distantes, -¡todo un orgullo de aquel entonces!-, hace tiempo ha sido arriada... Es, pues, urgente recuperar la complicidad testimonial  de 1978 y un feliz diálogo parlamentario frente a la amenaza al Estado de Derecho y su explícito chantaje a nuestro ordenamiento jurídico.

Cuando miro la palestra donde se generó la Constitución, a pesar de las diferencias ideológicas de sus autores demócratas,  dan ganas de llorar,  si no de salir a la calle para cegar la entrada al hemiciclo de la mentira política y de los insultos: ¡degradación política  y descomposición  subrepticia del clima de convivencia! Es el vodevil inmoral interpretado por quienes hoy con más fuerza  que nunca jalean  delirio ideológico, tratando de blanquear sin escrúpulo  lo que en tantas ocasiones han recogido las hemerotecas nacionales. Mirando al “tendido”, da la impresión que incumplir la ley es tener patente de corso. No. En nuestra España plural no cabe, digámoslo sin eufemismo, el cainismo que pretende dominar la vida política. El tsunami ideológico de formato híbrido de cara a “soluciones democráticas para Cataluña”  es una falta de sensatez política que delata el alto precio a pagar a los enemigos de la unidad hispánica.  La rutina verborreica, carente de  verdad y de rigor, no puede ser el epicentro de la convivencia nacional. Y menos, cuando a un derecho constitucional de libertad de manifestación  se le denomina “rebelión”.  España no se merece el desprestigio que está sufriendo en la opinión pública extranjera. ¿Habrá que acudir a nuestro Quijote, para asumir el  sentido común y la  ecuanimidad del “escudero gobernador” frente a una nobleza sin escrúpulos?  Por  las esquinas del ruedo  público se oye que PSOE y PP tienen el deber democrático de pactar acuerdos para evitar todos los despropósitos de los partidos anticonstitucionales…

Señores políticos, tal vez yo sea uno de tantos españolitos ingenuos, pero es que “me tenéis frito”.

domingo, 10 de septiembre de 2023

SANDRA O EL ARTE DE SER


 

Ya suenan los toques de retreta para las muchas fiestas populares que llenan nuestras geografías. Esas fiestas que durante días han humanizado a los pueblos con su bullicio en las calles, sus verbenas, sus competiciones deportivas, las amenas ofertas en los tenderetes de inmigrados, las delicias de los niños en los “tiovivos”, los fuegos artificiales… ¡Un derroche de alegría!  Y es que las fiestas son fascinación, días y noches de complicidades.  Todo  un fenómeno “marginal” de la vida cotidiana no como sustitución, sino como complemento de lo cotidiano, como antibiótico de la monotonía… Un pueblo no puede pasar sin sus fiestas: trabajar y festejar forman el binomio de la vida humana. Es la cultura de la fiesta de la que habla Odo Marquart, en La fiesta. “El hombre es  un ser festejante”, escribía en 1993. Pues bien, así lo ha vivido hace tan solo unos días Beas de Granada: un reto tanto estético como social, casi una “liturgia secular” con marchamo histórico en su pregón.

Un pregón que este año ha tenido una de las mejores  rúbricas de su historia en la persona de Sandra Pastrana.  Nacida en Granada, su vida se fue tejiendo  en el seno de los “matrucas y pintaos” de Beas de Granada, hoy vive en Roma junto a sus amores Alessandro Liberatore, su esposo, tenor de amplísimo curriculum,  y su joya de unos meses, Donatello.  Sandra aletea como brillante ganadora de numerosos concursos internacionales de canto. Intérprete  bajo la batuta de grandes directores y en prestigiosos teatros líricos y con una rica discografía en su haber. Musa divina interpretando obras de  Wagner, Albéniz, Ravel, Rossini, Janáček, Puccini,  Montsalbatge, Mozart, Bizet, Falla… y tantos otros, ha triunfado en el Auditorio Nacional de Madrid con el Réquiem de Verdi.  Y, últimamente,  ha grabado con la orquesta de RTVE, “El barberillo de Lavapiés” de Asenjo Barbieri.  Próximamente, en el Teatro Real de Madrid, interpretará Rigoletto de Verdi , así como diversos recitales a lo largo de la geografía española. 

Su molde  artístico que cabalga triunfalmente gracias a esa voz de graves llenos de musicalidad y sublime afinación, ha trascendido al convertirse en pregonera de las fiestas de Beas de Granada. Su pregón resonó con gracia e  ingenio, con ese aire inequívoco de quien ha vivido gran parte de su niñez a la sombra de la majestuosa imagen del “fraile”, prodigio  de la naturaleza. Un entretenido  pregón que cumplió a la perfección recordando y festejando los valores del pueblo...  Insumisa como valiente en su “démarrage” pregonero, cautivó nuestra atención cuando alzó su voz de indiscutible mezzo en compló con el juego seductor de su mirada puesta en escena para invitarnos a subir virtualmente al escenario. Todo un frescor de alegría jalonaba la abarrotada Plaza Alta,  en medio de una noche inmensamente cálida. Supo tejer empatía y solidaridad. Y así, ejerció de “sacerdotisa” predicando y exaltando  el desarrollo social y folklórico del pueblo. Al mismo tiempo que  profesó de “maestra”, haciendo del pregón el  arte de saber contar anécdotas y chascarrillos, con la autoridad de saberse carta de naturaleza entre sus familiares y amigos beatos. Graciosa y pícara, presa de encanto y tradición, sintiéndose en “la mejor platea de sus actuaciones”, hizo guiños a la gastronomía y, en concreto, al vino de Beas, elogió la Peña Flamenca, se detuvo en la idiosincrasia de un pueblo “trabajador, acogedor y solidario”… Recordó con emoción a su iglesia parroquial de la Inmaculada del siglo XVI y -¿cómo no?- su sentimiento de pertenencia lo enmarcó con una evocación sumamente singular a sus abuelos Manolo y Encarna.

Se despidió a lo grande, como no podía ser de otra manera, interpretando la romanza “De España vengo” de Pablo Luna. Pero el broche final,  el zenit del pregón lo inmortalizó bajo las notas de Agustín Lara cantando  “Granada”, con una voz que ha alcanzado la redondez en el registro de mezzo: ¡momento espléndido! Si la sencillez era una meta para Picasso, de Sandra podemos decir que vivir con sencillez la gloria de los escenarios ha sido siempre su meta… ¡El arte de ser!                

viernes, 26 de mayo de 2023

TAREA URGENTE

    Hace días, con motivo del homenaje que me rindieron mis amigos de Huétor Santillán, me convencí de que la amistad sincera es un don divinamente apreciado al que nunca hemos de renunciar. Mis palabras, habiendo oído a mis conciudadanos, han viajado hasta mi alma, sancionando mi devoción al agradecimiento y mi deber a la lealtad. Una vez más, he sentido la llamada a ejercer ésta ante una ciudadanía hueteña extraordinariamente empática. 
    Lealtad, sí. En el reino animal subyace el paradigma de la lealtad. En la Web de la revista National Geographic encontramos preciosos reportajes del comportamiento virtuoso de los animales. ¿Quién no ha gozado de la “lealtad” de nuestras mascotas?: esa respuesta siempre fiel de Nala ante las “perrerías” que le hacen mis pequeños nietos. Del mismo modo, la historia humana está plagada testimonialmente de gente leal capaz de hacer inmortal la dignidad de las personas. 
    En los recodos de la literatura cervantina asoma tal virtud. Para el Príncipe de los Ingenios, esa lealtad entre don Quijote y Sancho Panza es auténtica “devoción” fundada en la amistad más sólida. El escudero leal, sin dar tregua a pensárselo, decidía siempre apoyar a su señor en todos los avatares, inclusive arriesgando su propia vida (cf. Primera parte, Cap 15). 
La lealtad es una exigencia divina (cf. Jos 24:14-28). Lejos de ser alienante es liberadora. El amigo leal no tiene precio, dice la Biblia, no hay peso que mida su valor, mientras que la deslealtad es corrupción, camino de la discordia (cf. Eclo 6:1-17). Jesús de Nazaret fue leal. Recordamos a Zaqueo (cf. Lc 19:1-10) con quien se autoinvita a comer; a la mujer samaritana (cf. Jn, 4: 1-26), acogiéndola en sus debilidades humanas; a Lázaro (cf. Jn: 11, 1-44), a quien le vuelve la vida…y así hasta sellar su lealtad al Padre con su testimonio martirial (cf. Jn: 18 y 19). 
    Es doloroso, sin embargo, el espectáculo desleal incrustado en la historia humana de ayer y de hoy, empezando por Caín y Abel (cf. Gn: 4), o yendo a la historia de Roma con la traición de Bruto a Julio César quien al verlo entre los conspiradores de su muerte, hubo de exclamar: “¿También tú, hijo mío?”… ¡Tantos espectáculos desleales en el correr del tiempo! Deslealtad (¡y hasta grosería!) tal como, por veces, se respira en las Cámaras de nuestra democracia, así como las desleales apropiaciones indebidas (por decirlo finamente) de no pocos representantes políticos. Y no hablemos del contenido de sus mítines, los de anteayer y los de ayer y los de hoy, con sus promesas electorales usureras. 
    Desgraciadamente, tampoco podemos cerrar los ojos ante la evidencia desleal, inmoral, en la historia de la Iglesia: la plaga de la pedofilia clerical, las intrigas vaticanas contra Francisco, el Papa-profeta leal al aggiornamento de la Iglesia y aún ciertos comportamientos pastorales de clérigos que se quedan en la “religión”, desnudos del testimonio evangélico. Sin embargo, sería una falsedad por mi parte silenciar la ejemplaridad de una inmensa parte de la Iglesia, que, con indiscutible gozosa valentía, se bate el cobre por el Evangelio, desde los albores del cristianismo hasta nuestros días… 
     La deslealtad es un vacío existencial que corroe nuestro mundo, ubicándolo en las coordenadas del hedonismo, el utilitarismo, la insolidaridad, la hipocresía… contra toda esencia ética. La falta de lealtad arruina la sociedad. Sin embargo, cualquier tiempo es favorable para volver “a lo esencial” y deshacerse de la máscara que llevamos incrustada en nuestro “ego”, producto de la cual vemos los millones de personas carentes de dignos servicios de salud, millones de desempleados, millones que no tienen nombre ni techo, millones de niños que solo cuentan por las balas que los matan, millones de almas nómadas escarbando en basureros, millones de deportados, de sufridores de guerras absurdas… ¡Productos todos de deslealtades infinitas! “Donde hay lealtad, las armas no sirven” aparece en la palestra de frases inmortales de Paulo Coelho. Pero, ojo, también los talibanes interpretan la lealtad a su dogma islámico, imponiendo su versión radical de la “sharía”¬, con desprecio absoluto a los derechos humanos más fundamentales. O la anécdota que sufrí sentado en la marquesina donde yo esperaba el bus 4: un tal hablaba por móvil. Me sorprendió sobre manera aquella frase suya que memoricé tristemente. Dijo: “Eso ni se te ocurra, tú te debes al partido”. ¡Como para someterlo a una psicometría de la libertad y la coherencia, lejos de toda distopía, el anverso de la utopía cuando ésta pisa tierra! La lealtad sólo se cotiza desde tales parámetros y más en los periodos democráticos electorales.
    Recordamos al rey Salomón: “De mucha gente se dice que son buenos, pero ¿quién hallará a un hombre fiel?” (Prov. 20: 6). El amigo fiel seduce y contagia, siempre que su lealtad se construya sobre la base de un humanismo tolerante. ¿Llegará ese momento en que la tolerancia sea la génesis de la lealtad? Es nuestra esperanza. Tomo nota de Roger Garaudy quien se postulaba sobre la esperanza diciendo que el hombre es una tarea a realizar (cf. “Parole d’homme”, 1975, pag. 238). Es, pues, tarea urgente tomar conciencia de ello.

jueves, 30 de marzo de 2023

LA DONCELLA TIERNA

Vivimos en un mundo en el que las lágrimas pesan como una inmensa losa, empeñados en cargarnos el planeta: oídos sordos al calentamiento global y a la emergencia climática, a la contaminación de nuestros mares por microplásticos … y a ello se unen las guerras con sus armas mortíferas, el hambre canallesco, el racismo atroz, la violencia de género, la frivolidad social reinante, las pasiones políticas destructivas (¡no hay más que seguir los debates de los señores diputados en la sede del Congreso!), los traumas que generan los “síes son síes” dogmatizados, el mercantilismo de una sociedad que golpea la cultura…¡Hablar de poesía con ese panorama de trasfondo es de locura! Sin embargo, el estreno de la Primavera (21 de marzo) nos ha anunciado el “Día Mundial de la Poesía”, como una ocasión para revivir los tradicionales recitales de poesía y fomentar la convergencia entre el arte de la poesía y otras artes, al tiempo de honrar a los poetas (cf. UNESCO, 30ª Conferencia General. 1999). Dicho de otra manera, un día mundial para festejar la expresión poética de ayer, hoy y mañana como catalizadora del diálogo y la paz. Ya Cervantes, en su agraciada creatividad, definió la poesía como una doncella tierna y hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias… Hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio… (cf. El Quijote, 2ª parte, cap. XVI) Pues sí. Frente a esos lamentos globalizados -¡cizaña sembrada!-, la poesía es el milagro del sentimiento compartido, de la verdad hecha diálogo, puerta abierta a la alegría frente al dolor que pesa sobre los hombros de la humanidad. La degradación humana ha de ser vencida lejos de los pesimismos y la vida mediocre, porque sabemos que toda la creación gime con dolores de parto esperando nueva vida (cf. Rom 8:22-39). La poesía es esperanza, un camino a la intemperie entonando vida y libertad. Hubo un tiempo en que la poesía era cosa de “especialistas”. Hoy hay poesía en todo acontecer inspirado, y puede surgir en cualquier momento. Así ha sido la iniciativa nacida en el “Otoño Cultural Iberomericano”, donde árboles y versos se unen en simbiosis poética, escenario de actividades artísticas que dan rienda suelta a la armonía social y espiritual. Tal escenario, puesto también en práctica en distintas localidades españolas, como Maracena, hincó sus raíces en Huétor Santillán. Su Ayuntamiento con su Biblioteca Municipal al frente y el Centro Cultural han dado realidad a ese sueño por nombre “El Bosque de la Poesía”. El lugar es hermoso, La Sotanilla, coqueteando de lejos con Sierra Nevada, y poniendo oídos atentos a los poemas de los estudiantes del CEIP “Sierra de Huétor”, un colegio digno de tal nombre… El Bosque de la Poesía hueteña tiene su principio activo en el Club de Lectura Hildegarda bajo la dirección de Mariángeles Cabrerizo, auténtica artesana de la cultura en la villa serrana. En este Día Nacional de la Poesía es justo y necesario olvidarse por un momento de las “aflicciones globalizadas” y pensar que la poesía no conoce jaula, es un sujeto de derecho que amansa a la fiera que llevamos dentro… Hagamos, pues, que en el “Bosque” sigan creciendo los árboles y que nuestros colegiales maduren en la alegría de crecer como poetas, sabiendo que “lo que de raíz se aprende, nunca del todo se olvida”, según Séneca... Sembremos poesía que es rendir pleitesía a “una doncella tierna”.

jueves, 16 de marzo de 2023

A LOS PIES DE CALABRIA

 

El viejo pesquero hecho añicos a los pies de Calabria, (añicos sobrecargados de humanismo,  ¡casi doscientas personas, niños y bebé incluidos!)  no  es el  “culpable” de  haber convertido la playa turística de Steccato en el documental de muerte de quienes fueron sus “huéspedes”, durante cuatro días de mar por el Mediterráneo. Ellos subieron a bordo en busca de un “paraíso” prometido por la mafia criminal que canjea vidas humanas por dinero. En condiciones terriblemente adversas hubieron de zarpar “a la aventura”. Y la embarcación hecha leña terminó confundiéndose en la playa con mochilas, biberones, juguetes y casi un centenar de víctimas mortales. Una tragedia más en el mayor “cementerio” del mundo, el Mediterráneo, que “no puede dejar indiferente a nadie", según aseveró el presidente de Italia, Sergio Matarella.  Según datos recabados en internet, desde 2014 hasta septiembre de 2022 murieron en el Mediterráneo, en su intento por llegar a las costas europeas, unos 25.000 migrantes traficados por tales mafias desalmadas. ¡Dolorosa sangría humana! Y tantos otros casos sobre las lágrimas de la tierra, como el de Texas, el pasado junio: aquel dramático hallazgo de una cincuentena de personas asfixiadas, niños incluidos, dentro del tráiler de un camión.

La política migratoria, cuando selecciona y descarta, se convierte en el escenario de la hipocresía de la solidaridad: un escenario absolutamente restrictivo para los derechos de las personas, según el lugar de procedencia o el color de su piel.  La normativa internacional de derechos humanos no se cumple. Hay gobiernos que miran hacia otro lado, defendiendo el desdeño de las “puertas cerradas”  contra la priorización de la vida y la seguridad de los más vulnerables que salen de sus países buscando “techo, tierra y trabajo”,  como repite tanto el Papa Francisco. El Evangelio del Nazareno nos advierte que “cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt. 25, 40). Son palabras que resuenan hoy con infinita fuerza  tras la muerte de tantos indefensos ante el mar embravecido de la costa italiana.

No es la primera vez que el periodismo, desde diferentes esquinas, grita que las políticas migratorias injustas y sin un enfoque de derechos humanos generan muerte. Urge, por ello,  generar políticas dignas, precisas, que se ajusten a la normativa internacional en materia de derechos humanos. Es hora que los gobiernos cambien de corazón  y pongan rumbo a la dignidad de las personas migrantes como prioridad absoluta, haciendo frente “a  las causas que subyacen a los flujos de la emigración:  guerras, persecuciones, terrorismo, pobreza…”, en palabras del propio presidente italiano. Los silencios crean huecos de maldad en contra de la pedagogía social. Urge, pues, cambiar de actitud mental y revestirse de hombres nuevos (cf.  Ef. 4: 23-24), capaces de superar criterios de partido, envueltos en codicias electoralistas.

La dimensión profética, en estos casos, al margen de creencias religiosas,  sigue siendo esencial para toda prospectiva real que implique no la simple extrapolación del pasado y el presente, sino el momento de la conciencia, el momento de la trascendencia del hombre en relación con su propia historia (cf. Roger Garaudy, “Parole d’homme”). A los pies de Calabria la tragedia no ha sido un error humano, como tampoco lo ha sido en Lampedusa o en Canarias, Libia, Texas…, sino el latido sin fin que, en el fonendoscopio de la humanidad,  implora justicia y lealtad.


jueves, 2 de marzo de 2023

ME LO PIDE LA SANGRE

 


Nikos Kazantzakis, en “Cristo de nuevo crucificado” (capítulo XX), pone en boca de Brahimaki: Déjame por lo menos matar a uno… ¡Me lo pide la sangre! Un pasaje que me marcó mucho en su momento. Hoy me  pregunto si  no dirá lo mismo otro ruso, por nombre Vladimir Putin, o el mismo yihadista de Algeciras o tantos otros asesinos sueltos…

Con motivo del reciente viaje pastoral del papa Francisco al Congo y Sudán del Sur, se han publicado imágenes impactantes de violaciones y mutilaciones. Es imposible llegar a comprender tanta brutalidad. Parece que estamos ante la deconstrucción de toda ética: bullying y violencia escolar, violencia doméstica, violencia callejera, interrupción del embarazo no deseado, eutanasia, guerras, genocidios, etnocidios… Si abrimos este “mapamundi” de la atrocidad humana, nos tienta a pensar que toda violencia es una secuela inevitable de nuestro código genético. ¿Determinismo humano? Sin embargo,  el memorial del dolor procesado en el corazón del Pontífice nos encamina hacia una  “lógica” contrapuesta. Nos trae a la memoria  el símbolo magnánimo de Ladislas Kambale, poniendo a los pies de la Cruz el machete con el que los mercenarios de la guerra decapitaron a su padre. ¡La condición humana es abordada por la grandeza del perdón!

En verdad, hemos de asegurar que la agresividad violenta no es cosa de nuestro material genético, sino efecto del escenario social y educativo y, por tanto, en su mayoría, producto del discurso maniqueo de las ideologías sociopolíticas. Ya Cicerón, un siglo antes de Cristo, afirmaba, en sus diatribas contra la crueldad y la tortura, la superioridad de la dialéctica política civil por encima del choque de las armas. (cf. De Officiis, tercer libro). Los conceptos residuales de la barbarie humana nos presiona a todos a unirnos en una causa común en favor de la paz y una vida digna. La paz es el don más necesario del mundo actual y la tarea más urgente de personas, comunidades e instituciones. Trabajar por la paz es la más noble misión de la mujer y del hombre (cf. Nicolás Castellanos, “Cartas desde las periferias”, 2022, pag. 131). Hemos de abrirnos, pues, a la esperanza como posibilidad real de paz. No podemos permitir que siga creciendo la resignación y el fatalismo. A pesar de tanta violencia que nos azota por todas partes, nos reafirmamos en la posibilidad de la paz. La imagen del papa Francisco, agachado, besando los pies del presidente sursudanés es todo un gesto de esperanza. Coherencia profética del Pontífice que nos habla de buscar la paz desde nuestro propio corazón. Se podrá salir de esta red enmarañada de tensiones, si somos capaces de  forjar caminos nuevos donde lo ilógico de la fuerza no pueda triunfar jamás sobre la lógica de la razón.

Cuando niños, inconscientemente, “jugábamos” a matar gorriones con tirachinas. Y hoy, conscientemente, nuestros niños juegan a matar con sus videojuegos, involucrándose emocionalmente en batallas on line con sus amigos. Tecnología de la ficción que justifica nuestra insistencia en sensibilizar a los niños en el respeto a la vida desde su currículo escolar y su propio medio familiar. (En ciertos ambientes de marca política, no es ningún secreto el intento de desposeer a la familia, y a la misma Iglesia, de su función propiamente educativa). Es bien triste observar en las redes sociales modelos estereotipados y alienantes de héroes e ídolos, ¡modelos infantiles inversos de la vida real! ¿El niño, futuro de paz?

Al tiempo que bregamos entre la fragilidad y la solidaridad, el deseo, la ilusión y la imaginación, merecería la pena soñar: soñar en roturar caminos nuevos de solidaridad,  abrir grietas en los muros de todas las violencias, apostar por la cultura de la vida y  por la utopía de la paz, ¡que no es evasión de la realidad!: hemos nacido para vivir en mundo ético, justo y libre. ¡Hermosa y necesaria utopía! Nos lo pide la sangre.

domingo, 5 de febrero de 2023

SAN CECILIO

 Según una tradición cristiana medieval recogida en la leyenda de los siete varones apostólicos y el Códice Emilianense, documentos del siglo X, fue uno de los siete varones apostólicos, discípulos del apóstol Santiago enviados a evangelizar a Hispania por san Pedro y san Pablo. Es considerado primer obispo de Ilíberis y desde finales del siglo XVI venerado como patrono de Granada y su archidiócesisFue el primer mártir cristiano, junto a sus seguidores, entre ellos San Hisicio. Murió martirizado por los soldados del emperador Nerón en un horno de cal en el monte Ilipulitano por no renegar su fe en JesucristoPara venerar los restos, se creó, con el impulso del arzobispo de Granada Pedro de Castro, la Abadía del Sacromonte (siglo XVII), lugar donde actualmente se conservan.


En tu día, Cecilio santo, hilvano
las leyendas, los recuerdos y ritos
que iluminan paisajes  infinitos
desde nuestro solar sacromontano.

Valparaíso te honra no en vano:
ecos  de misterio, de historia  y mitos
voltean las  campanas como gritos,
mientras vamos contigo de la mano.

¡Cuánto nos dicen,  mártir, estos  muros 
con tu cuerpo en cal viva  calcinado,
cuando en este lugar odios oscuros

te hicieron inmortal por inmolado!
Siguiendo el Camino, ¡cuántos maduros
frutos por tu fe y sangre has cosechado!

domingo, 22 de enero de 2023

SOBRE LA VIOLENCIA

 

QUE LA MUERTE NOS ENCUENTRE VIVOS 

Hace cuatro décadas,  en la solemnidad  de la Ascensión, moría mi hermana Lupe, tras una vida ejemplarmente evangélica. Vivió “vivamente”. Por entonces yo leía las meditaciones  de Jiddu Krishnamurti. No recuerdo si fue en “El libro de la vida” donde leí una frase suya que me impactó mucho: “Haced que la muerte os encuentre vivos”.  Sentirse “vivo” al final de la vida es un honor providencial. Jesús de Nazareth cambió esencialmente el escenario de la fe. Para él la muerte no fue un punto de llegada, sino un punto de partida, camino pascual. La muerte lo encontró “vivo”, dador de paz, de perdón, de no-violencia: “Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen (Lc 23, 34).

Cuando se usa la violencia se pierde la noción de Dios y de los humanos. Se cae en el olvido del sentido de la vida y se cometen las crueldades más absurdas. Ya el Génesis, más de mil cuatrocientos años antes de Cristo, nos narra la violencia cainita derivada de la envidia humana (Gen 4). Desde entonces la violencia ha sido la triste compañía del hombre.  Por poner ejemplos: las conquistas de Alejandro Magno (336 a. C.) lo convirtieron en un mito posiblemente por su “religiosidad” que manifestó a lo largo de su vida. Sus victorias, sin embargo, fueron fruto de un tirano megalómano basando su orden político en inmensas masacres.  También, bajo el liderazgo de Genghis Khan (1206), los mongoles celebraron una oleada de conquistas como resultado de los exterminios masivos. La misma historia eclesiástica tampoco escapa a ese “delito” que justificaba la Inquisición y las guerras de religión.  En intensidad,  la violencia alcanzó su grado absoluto en el siglo XX y sigue en nuestros días: recordemos  a Mahsa Amini que por el hecho de portar su velo inadecuadamente, pagó un alto precio con su  muerte bajo la intolerancia iraní… Desde la violencia impulsiva de las hordas primitivas se ha llegado a “excusar” las violencias individuales y colectivas a mano armada, las guerras atómicas o amenazas nucleares. Ya André Malraux, el autor de “La Condition Humaine” (1933), decía que “en los rincones más profundos del corazón están agazapadas la tortura y la muerte”. Diríamos, pues, que los gérmenes de las más atroces guerras anidan en la supremacía manifiesta de la violencia.

Desde los agitadores tóxicos que envenenan con sus provocaciones,  a  los golpes de  imágenes violentas que llenan los espacios on line, se añade “la multitud de sal” sobre las heridas de los más vulnerables. Urge, pues, si no queremos sucumbir al harakiri dramático del planeta, comprender mejor los mecanismos de la violencia e identificar caminos para la reconciliación. Lo intentó Mahatma Gandhi  quien desde 1919 condujo la independencia de su país a través de la estrategia política de la no-violencia, aunque pagando caro su pacifismo  al ser asesinado en 1948. Hoy,  el propio papa Francisco  con la autoridad de su palabra y su testimonio  es semilla en el campo del pacifismo.

Urge, sí, reconciliarnos con nosotros mismos, fumigando  las cenizas de nuestros egos.  Sin duda  es la predicación de las Iglesias cristianas en estos días de Adviento: un tiempo de estar a bien con nosotros mismos lejos de toda violencia tanto interna como extramuros. Urge, sí, estar despiertos, crecer en humanidad descubriendo a ese prójimo vulnerable con apellidos concretos: eutanasia, aborto, inmigración, refugiados, sin techo,  gays y lesbianas, ancianos sin recursos, etnias maltratadas… Urge, sí, traducir los acontecimientos violentos en busca de una nueva era que desengarce la historia presente de los trompicones del odio, la soberbia, las ansias de poder… Somos, ciertamente,  una leyenda humana compleja, en la que se nos pide estar muy vivos, en vela, ante el “culto” de la violencia. Si la guerra es un proceso demencial por excelencia, no menos es la violencia en cualquiera de sus manifestaciones. Todavía subyacen conductas psicóticas que quiebran el destino de la vida y  la esencia de la muerte. Voltaire, en “Essai sur les moeurs et l’esprit des nations” (Paris, 1756), era consciente de las grandes virtudes de su tiempo, pero escribía “La historia de los hombres es una colección de crímenes, locuras y desgracias…”

Se habla mucho de guerras en más de treinta rincones del planeta, pero el problema no es tan solo de “estar contra la guerra”, sino también de buscar alternativas a la violencia entre las que podríamos señalar: erradicar la pobreza, mejorar los estándares educativos, evitar la proliferación de escenas violentas on line, vencer las leyes discriminatorias, afrontar los factores que impulsan vías legales para la migración, reducir las brechas salariales o generacionales, combatir la intolerancia religiosa, así como la ambición de poder y los nacionalismos como fuentes de discordia… La psicología y la pedagogía tiene aquí un gran campo de acción como mecanismo disuasorio de toda violencia. El primado de la paz y de la justicia autentifica la  lucha contra toda violencia que es perversión de la vida. ¡Que la muerte nos encuentre vivos!