domingo, 9 de marzo de 2014

TENTACIONES

Y el tentador se le acercó…
(Mt. 4, 1-11)

Años tras años, los cantos de sirena
han seducido a tu Iglesia, Señor.
Siglos tras siglos,
la vemos apalancada al milagrismo,
        atada al triunfalismo, 
                instalada en el poder.

Sin embargo,
en afán por decapitar tales ídolos,
Tú te haces entre nosotros Siervo de Dios
Mesías doliente,
Cristo roto por los hermanos,
en el desierto, en el alero... Y en el Huerto. Y en la Cruz.

Tu Iglesia debe entender, Señor,
que la fuerza del Espíritu, como a Ti en el desierto
la conducirá a la plenitud,
sólo en la lucha diaria por su identidad.

Es verdad. Arrecian, hoy aún más, las tentaciones:
poseer,
       aparentar,
                dominar.
Son ellas las heridas de la noche,
son las seducciones del mal,
son la contraparábola del Hijo nazareno.

Que la fe de tu Iglesia, Señor, no permanezca agarrotada.
Destruye toda su esterilidad, su mediocridad.
Abre en ella la razón plena de tu Reino.

Que sea, sin miedos, perseverancia en la búsqueda de la verdad.
Que sea vigilancia en la oración fraternal.
Así,
será ferazmente fecunda...


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