sábado, 5 de septiembre de 2015

EFFETÁ

Y mirando al cielo suspiró y le dijo: effetá, esto es ábrete.
 (Mc.7, 31-37)


Tú, amigo sordo, que apenas puedes hablar,
sobre tus barreras
portas el silencio de los que quieren hablar,
hasta que la saliva de salud
restañe los delitos de los que no quieren oír.

La voz-de-los-sin-voz
clama
en la Decápolis universal de nuestro tiempo
su trágica confusión.

¡Effetá!, dice Jesús.
Abríos
y liberad los rincones de tantas trabas,
de cuantas hipocresías tañen campanas.

¡Effetá!
Abríos sin miedos
al bramido de los mares
y al crujido de los vientos.

Pues,
camino del lago, todos estamos llamados a ser
grito y pregón, espada y pan,
remo y mar, sin descanso,
para hacer oír, en el colmo del asombro, 
la Noticia de quien todo lo ha hecho bien… 

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