De sus entrañas manarán torrentes de
agua viva.
(Jn. .7, 37-39)
Pentecostés, torrente de luz,
en la oscuridad de nuestras
vidas.
Ven, Espíritu Santo,
abre nuestras ansias de verdad.
Pentecostés, torrente de alegría,
en el mundo de nuestras
tristezas.
Ven, Espíritu Santo,
derrocha consuelo en nuestros
corazones.
Pentecostés, torrente de verdad
en este planeta nuestro que habla
la mentira.
Ven, Espíritu Santo,
lánzanos a la calle con urgencia
de Buena Nueva.
Pentecostés, torrente de paz
en este suelo nuestro donde
gritan las metrallas.
Ven, Espíritu Santo,
invádenos de concordia y armonía.
Pentecostés, torrente de
fraternidad
en medio de nuestra estepa
humana.
Ven, Espíritu Santo,
asédianos de bondad y
solidaridad.
Destruye nuestros miedos,
lánzanos a construir un mundo
nuevo y mejor.
¡Que ésta es tu hora!
Rompe, pues, los cerrojos de nuestros corazones
y renueva el rostro de nuestra
tierra.
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