miércoles, 8 de abril de 2020

JUEVES SANTO


Jesús, anfitrión de la Cena “gestual”... Coge el pan y el vino; pero antes coge la jofaina y sorprende a sus amigos con un gesto que en su sociedad nunca haría una persona honorable: les lava los pies. Gesto de hospitalidad. Gesto de servidumbre. El Maestro rompe las fronteras de la desigualdad a favor de la fraternidad.
Lavar los pies al hermano, tras su polvoriento camino de la vida, es dejarse seducir por Dios en el servicio a los demás, en la grandeza del amor, en la hondura del perdón. El que quiera ser el más grande…


                            LA HORA

Sabiendo Jesús que había llegado la hora…
(Jn, 13,1-15)
I

Suena la hora.
El novio
ha salido a nuestro encuentro.
Se ha hecho servidor
a los pies de los amados,
ceñido con el atuendo de esclavo
y la jofaina en la mano.
Sólido signo de su ruta nazarena,
síntesis de la razón de su vida.

II
Suena la hora.
La hora de amar. Bálsamo infalible
de vida.
Y nos deja su testamento
donde uva y trigo
construyen fraternidad.

Es la Cena del Señor,
memorial a celebrar en la mesa globalizada
de todos tiempos,
hasta la consumación de todos los horizontes,
sentados todos negros y blancos y amarillos,
y ricos y mendigos.

III
Y suena la hora tras la Cena.
Terrible, inhumana hora.
Hora entre olivos y nocturnidad,
entre abandono y traición.
La hora del beso robado…
La hora de Getsemaní, lamento de un Amigo,
angustia de un Maestro,
fidelidad de un Cristo que arruina su corazón
para levantar a los hermanos.

¡Ha sonado la hora de la nueva Alianza,
complicidad de amor, dolor y remanso,
a la espera de ver florecer el leño verde!

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