VEINTIDOS DÍAS
El celador me ausenta de la quinta planta, camino
de la ambulancia. Me aleja de Elisabeth, Abdel, Gilberto, Miguel, Carmen, Antonio, Manuel…
tras 22 días de compartir penas y confidencias.
Los doctores me han concedido unos días de asueto
en mi casa, para ganar sol y unos paseos cortos por el jardín, pero, sobre
todo, para poder corresponder a mis nietos maños que vienen de Zaragoza, a ver al abuelo Paco.
Agradezco con toda mi alma al equipo médico este
“franco de ría” que me concede por un par de semanas. A todos les he prometido
cumplir a raja tabla las condiciones de asepsia que me han impuesto... Al
despedirme, me olvido de mi dolor, y
unas lágrimas templan mi corazón. Y veo que mi corazón no es distinto de mis
vecinos, ni siquiera mi cuerpo, dolorido como el de ellos, no es de condición
distinta
Estos días, la misericordia ubicua de Dios me ha llamado a entender que nadie es persona
privada. No soy yo quien hace diana en ellos, mi “vecindario paciente”. Es Èl. He aquí mi grandeza. Y ellos mismos me
han permitido entrar en la sembradía de sus vidas. Sólo me he limitado a esparcir
algunas semillitas de la Verdad. No la mía. Sin preocuparme si ha caído sobre
roca o zarzales o tierra recién arada por Él. Eso sí. Me han mostrado su “mobiliario”
interior, muy deteriorado, tanto como el
mío, donde está Él como en Betania, ahí, atento a la dolencia humana. Sí, Él está
ahí…Y algo ha rozado mi vida que alivia mi alma como levitando sobre mi vulnerabilidad.
Al alejarme de sus maltrechos caminos, vibro de
gratitud al recordar sus ojos, los de Elisabeth, Abdel, Manuel… abatidos, sus sonrisas
sufrientes, sus bondades enriqueciendo mi mediocridad. Sin duda no los volveré a ver,
pero en el desfile de mis recuerdos callados rezaré sus nombres. Ya que de sus vidas he hecho mi vida y ya la dejo correr como
gravitando sobre el olvido de mi dolor.
El Nazareno se crucificó en ellos, como en mí, y
parte de su madero sostiene nuestros nombres. Mi destino es, pues, parte
de esa polarización que sufre y
goza intermitentemente. Esa es mi victoria. Victoria globalizada en medio de
una “armada sanitaria”. Él ha hecho de mi vida servicio suyo. He sido embajada
que me confió. Y que, en unos días, espero consumar tras someterme implacablemente
a la ciencia del bisturí.
Gracias a ti, Nazareno.
ACEPTACIÓN
Desde el lecho que me lleva sereno,
con el ánimo empático del celador,
desde la sonrisa de mis vecinos enfermos
y el sueño de mi Dios nazareno,
nada temo… ¡Todo es gracia, Señor!
Desde la sala aséptica y armada,
batas verdes, batas blancas,
desde mascarillas, guantes esterilizados
y el sueño orante de mis hermanos,
nada temo… ¡Todo es gracia, Señor!
Desde el viaje de mi imaginación,
la reserva de mis noches más noches,
desde las ausencias de mis ocho decenas de años
y los sueños de esperanza de
Hugo y Leo, mis nietos,
nada temo… ¡Todo es gracia, Señor!
Devuélveme a la vida nueva.
a la mía, a la tuya…
¡es igual!...
pues nada temo. ¡Todo es gracia, Señor!
Emotivas tus palabras, amigo Pacurri, todo irá bien...Èl quiere que estès entre nosotros, eres un magnífico embajador suyo....un abrazo
ResponderEliminarNo sabía que estabas internado. Disfruta mucho de tus nietos y te deseo una pronta mejoría. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarGracias, amigo, por destilar tan ben os teus sentmentos. Ánimo e que estas dúas semanas alcancen o máximo de terapia. Unha aperta.
ResponderEliminarHola Pacurri, ánimo q seguro que todo irá bien, un fuerte abrazo.
ResponderEliminarNo sabía nada pero veo en ti lo que siempre he pensado que eres una gran persona sigue confiando en dios y espero y deseo verte pronto pásalo bien con tus nietos
ResponderEliminarPrecioso escrito desde lo más profundo de tu alma.
ResponderEliminarQue Dios te proteja y ponga Luz en las manos del cirujano, para que todo salga bien.
Ánimo!!! Un abrazo para ti y tu incondicional "enfermera" Pepita, que vela por tu salud día y noche 🙏🌷
Muy emotiva tu experiencia de hospital. Hasta en los más difíciles momentos has encontrado un ese aliento, esa positividad que te da tu fe.
ResponderEliminarEres un hombre afortunado, amigo Pacurri, Gracias por dar ese testimonio tan esperanzador. Y mucho ánimo
Muy bonitas palabras paco. Espero que mejores pronto de corazón. Un fuerte abrazo desde Zaragoza.
ResponderEliminarPacurri, me entero por aquí de tu estado. Ánimo, mañana te llamaré. Abrazos
ResponderEliminarDesde Galicia, con todo mi afecto y ánimo. Un fuerte abrazo de tu viejo amigo
ResponderEliminarAmigo Pacurri:Me he enterado por los medios de comunicación,que estás ingresado en el hospital.Deseo de todo mi corazón que sea por poco tiempo,Tú ten confianza y Fe y verás que la vida te va ha ser grata,Un abazo Manolo
EliminarNo he podido retener mis lágrimas de emoción por vuestros comentarios lejos de mis propios merecimientos. Decenas de mensajes he recibido también por Whats App.Mi agradecimiento es "infinito".
ResponderEliminarPrimo eres fuerte y tu fe te curará verás como todo sale bien besiiitos para ti y tu preciosa familia
ResponderEliminarLa vida nos da lecciones en las que florece los sentimientos
ResponderEliminarY nos dice al oído recados De gratitud
Y nos da vida, igual que no la quita
Tenemos a veces que agradeces
Y no solo a ÉL
Sino a las personas que se mantienen
A nuestro lado
Y a las oportunidades que nos da
La propia vida, que es muy sabia
Hay que aferrarse a lo que de verdad tenemos
Y agradecer siempre al misterio
De lo vivido y lo que real nos une
A esta fe
Dar gracias por todo
Sin esperar nada a cambio.
A mejorarse mucho amigo y que dios te bendiga…… un abrazo y muchos besos.
Raimundo Iañez
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