sábado, 18 de abril de 2020

EN MEDIO



Hoy, como en los primeros siglos, hemos de considerarnos un discipulado de referencia, dada la característica de la vida de los primeros cristianos,  según cuenta Tertuliano (converso teólogo de la segunda mitad del siglo II))  en su Apología contra los gentiles.   Allí leemos que los paganos, admirados de la fraternidad vivida entre los seguidores de Jesús, se decían unos a otros: “Mirad cómo se aman”. Y él mismo se reivindica testimonialmente escribiendo que “los cristianos no nacen, se hacen (Cap. XVIII)”…
Hoy nos encontramos en un momento de cambio de época, por “orden” de la pandemia que vivimos, dramático escenario actual, que ya predica negativas  consecuencias económicas y sociales. Audacia evangélica se nos pide en nuestra navegación de cada día. Nuestra esperanza es Él, dispuesto a meterse en nuestra vida con la señal de los clavos al aire pascual. El silencio de la “piedra corrida” ha dado paso a la Vida. 
Hoy, como Tomás, nos damos cuenta de que la fe pasa por momentos de oscuridad. Pero, ciertamente, es el momento para proclamar que el Maestro está vivo. Nuestra fe en su resurrección nos hace ser referencia del optimismo cristiano. Portamos, aunque débilmente, el derecho a la esperanza. 



Llegó Jesús, estando cerradas las puertas,
se puso en medio…
(Jn. 20, 19-31)

En medio del ancho hostil,
nosotros aterrados, a causa del hambre, del paro,
del sida, de la droga,
de los odios fratricidas, que ejecutan a hermanos,
sentimos un inmenso vacío sin ti.
Y somos puertas cerradas,
por miedo a complicarnos la vida.

Somos seres errantes, timoratos,
incrédulos a pesar de nuestros rezos,
tras siglos y siglos sin darnos cuenta
de tu maravilloso proyecto de humanidad nueva.

Plántate en medio, Señor,
muéstranos de nuevo tus llagas,
las tuyas,
y las de nuestros hermanos, los crucificados contigo
a través toda la historia…
A ver si, por fin, te reconocemos,
en tu aventura salvadora.

Tú, Jesús, no eres un recuerdo del pasado,
ni tu presencia es un tú en mi yo,
separado del nosotros.
Sí, visto lo de Tomás,
palpamos que no hay experiencia pascual,
si no te muestras en medio de nuestra comunidad.

Necesitamos (¡somos humanos!)
hurgar tus heridas drenadas y victoriosas,
para sentir la plenitud de vida nueva,
resucitada,
que emana paz, alegría, confianza.
Para gozar el destierro de todos los miedos,
de todas las tristezas, de todos los agobios…

Que tu Espíritu sople sobre nosotros,
reunidos en Iglesia,
para que la fuerza de su vendaval
abra nuestras puertas y
nos haga gritar a los cuatro vientos
con rigor profético:
¡Señor mío y Dios mío!

domingo, 12 de abril de 2020

AROMAS



"Confinado" en el sepulcro, ha triunfado sobre la muerte para vencer definitivamente el frenético ritmo del egoísmo humano. Testigos, las mujeres, y Pedro, y Juan... y hoy nosotros, la gran familia de la esperanza cristiana. Portamos los aromas en vasijas de barro, ¡que no se nos rompan por el camino!... 

… compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús.
(Mc.16, 1-8)
Mujeres de la madrugada,
cargadas de muerte y miedo,
de amargura de ausencia,
y de aromas…
 No os asustéis, el alba
ha corrido la piedra.
Él ya no está aquí. Ha resucitado.

Lo veréis entre los hermanos,
en la boca del hambriento,
en los pies del perseguido,
en las rejas del encarcelado.

Él está en las lágrimas del huérfano,
en el dolor del enfermo,
en la patera del emigrante.

Lo veréis en el frío de los sin techo,
en la sangre inocente de las guerras,
en la encrucijada de todas las cruces…

Mujeres de la madrugada,
id y esparcid los aromas
entre los Cristos del alba.

sábado, 11 de abril de 2020

FELIZ NOCHE


Feliz noche 
que ha cambiado la historia 
de nuestras historias.
Feliz, 
que nos ha dado el derecho a la esperanza 
de todas las esperanzas.
Feliz, 
que ha roto los candados sacrales 
de todas las Jerusalén deshumanizadas.
Feliz esta noche intrépida
que nos envía a las Galileas de los gentiles 
tras remover la piedra de nuestro corazón.
Feliz noche...
¡¡que no está aquí, que ha RESUCITADO!!
Seamos felices, hermanos...

miércoles, 8 de abril de 2020

JUEVES SANTO


Jesús, anfitrión de la Cena “gestual”... Coge el pan y el vino; pero antes coge la jofaina y sorprende a sus amigos con un gesto que en su sociedad nunca haría una persona honorable: les lava los pies. Gesto de hospitalidad. Gesto de servidumbre. El Maestro rompe las fronteras de la desigualdad a favor de la fraternidad.
Lavar los pies al hermano, tras su polvoriento camino de la vida, es dejarse seducir por Dios en el servicio a los demás, en la grandeza del amor, en la hondura del perdón. El que quiera ser el más grande…


                            LA HORA

Sabiendo Jesús que había llegado la hora…
(Jn, 13,1-15)
I

Suena la hora.
El novio
ha salido a nuestro encuentro.
Se ha hecho servidor
a los pies de los amados,
ceñido con el atuendo de esclavo
y la jofaina en la mano.
Sólido signo de su ruta nazarena,
síntesis de la razón de su vida.

II
Suena la hora.
La hora de amar. Bálsamo infalible
de vida.
Y nos deja su testamento
donde uva y trigo
construyen fraternidad.

Es la Cena del Señor,
memorial a celebrar en la mesa globalizada
de todos tiempos,
hasta la consumación de todos los horizontes,
sentados todos negros y blancos y amarillos,
y ricos y mendigos.

III
Y suena la hora tras la Cena.
Terrible, inhumana hora.
Hora entre olivos y nocturnidad,
entre abandono y traición.
La hora del beso robado…
La hora de Getsemaní, lamento de un Amigo,
angustia de un Maestro,
fidelidad de un Cristo que arruina su corazón
para levantar a los hermanos.

¡Ha sonado la hora de la nueva Alianza,
complicidad de amor, dolor y remanso,
a la espera de ver florecer el leño verde!

sábado, 4 de abril de 2020

LAS SIETE PALABRAS



El silencio de Jesús durante sus últimas horas de pasión, sólo interrumpido por sus “siete palabras”, es sobrecogedor. Palabras que son el eco de los calvarios de nuestro mundo. Los de Cristo son los lamentos de dolor de tantos que continúan crucificados hoy.  Los evangelistas han recogido estas  palabras suyas en la cruz. Son muy breves, pero muy meditadas por las primeras comunidades cristianas, hasta hoy.

1.-  “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23:34) Callaba camino del matadero, sumiso al beso traicionado, pastor herido en la huida de sus propias ovejas.  Imagino su tierna mirada a Judas, a Pedro, a Pilato, a la Verónica, al Cireneo, a su propia Madre… Y mientras se oye el martilleo sobre la cruz, su estremecimiento y su grito de dolor se tradujo en “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
En los Gólgotas de nuestro mundo, resuena el perdón de las setenta veces siete… Desde entonces la dulzura del perdón es presencia del cristiano en la adversidad de la vida. La sociedad verdugo será crucificada en su propia maldad.  Pero en Él somos salvos. Su crucifixión es el lenguaje del perdón…

2.- “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Reino de los cielos” (Lc 23:43)  ¡Silencio en el planeta del coronavirus!… La palabra del Cordero ya inmolado dirigida a su vecino del  madero, no se confunda con el griterío sediento de sangre… No le pide explicaciones a su vandalismo de ayer. Simplemente, convertido en su instante de vida,  nace en él un digno candidato para ser inquilino de reino de los cielos. Es la auténtica liturgia que salva. Un gesto sublime del Nazareno que nos revela la misericordia  insondable del buen Dios.
Desde entonces son muchos los que hacen posible que la gente más marginada tenga un paraíso, refugiados, ancianos del desecho, niños abandonados, enfermos entre respiradores, inmigrantes, alumnos del sida…

3.- “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. “Hijo, aquí tienes a tu madre” (Jn 19:26-27). La esperanza luce blanca en medio de la tiniebla humana. El corazón traspasado de María será cuna filial de una humanidad que desespera. Ella, al pie de su Hijo maltratado, es espejo donde muchas mujeres se mirarán para hacerse cargo del niño que no es suyo. La humanidad ha dejado de ser huérfana a pesar de la ejecución del Novio. El niño abandonado dormirá de nuevo en brazos de la madre. ¡Locura de amor! En medio de la crueldad que vive en su carne lacerada, al Nazareno le queda aún arrojo en su corazón para mirar al discípulo amado y hacerse solidario de su orfandad. Y también para acariciar la soledad de la Madre a quien no tocó el pecado, pero sí la injusticia de los sumos sacerdotes y gobernadores....

4.- “¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?” (Mc 15:34 y Mt 27:46), ¡Sinceridad abrumadora! El Nazareno siente que su Abba querido lo está abandonando. Las heridas abiertas son la razón de su queja… Se identifica  con todas las víctimas de la historia, pidiendo a Dios alguna explicación a tanta injusticia, abandono y sufrimiento. En sus labios de abatido entre clavos y lanzada, reclama una respuesta del buen Dios, más allá de la muerte. Humanidad con dolores de parto en sus gritos, siempre sin respuesta… ¡Quejidos de inocentes mujeres maltratadas, de cándidos niños en manos de pedófilos, subsaharianos tragados en los mares, de pacientes abandonados a su suerte por el pecado de ser ancianos, de los moribundos abandonados en su soledad!  ¡Ausencia de Dios Padre!
El Hijo del carpintero no se rebela contra el Padre. Es un Job paciente. Tenazmente sigue confiando en un Padre que siempre esconde en su interior un misterio de amor. El salmo 22 iniciado por Jesús termina con un abandono confiado en las manos providentes de Yahveh.

5.- “Tengo sed”  (Jn. 19:28)  Es la expresión del cansancio y el ahogo de Jesús en la cruz. Palabra que recoge el discípulo amado intérprete del corazón del Maestro. Sed por encima del vinagre de la vida… Sed de justicia, de libertad, de fraternidad. Sed de lienzos para hacer más batas y mascarillas, sed de más líneas aéreas para mayor gloria de la solidaridad global, sed de mensajes cordiales que animan a destruir desesperaciones…
En este grito de Jesús está el reconocimiento de tantas personas involucradas desde hospitales y residencias de ancianos, desde los balcones impartiendo alientos y esperanza, desde los confinamientos por cumplir el protocolo humanitario… Sed de Amnistías, de Sin Fronteras, sed de Iglesias de los pobres, sed de espacios donde las relaciones fraternas pongan al descubierto la verdadera imagen de Dios.

6.- “Todo se ha cumplido” (Jn 19:30). ¿Nos anulamos al filo de nuestro cáliz? ¿No sentimos derrotados ante los continuos tropiezos con las piedras que forman parte de nuestro camino? ¿Nos cruzamos de brazos derramando lágrimas insolidarias, insolventes? ¿Cuando pase este tsunamis planetario volveremos a las andadas, lejos de las alegrías de vivir como hermanos? Nada se ha cumplido si las palabras de Jesús no se reproducen en la firmeza y valentía que animan a levantarse y adentrarnos en el camino de Emaús donde el Cristo triunfante levantará el pan de la fraternidad. Ya despunta el Sol por los aledaños de nuestras Galileas,  lejos de desalientos, de cobardías, de ritos litúrgicos infructuosos, perecederos…

7.- “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23:46). Triunfo de la fe por encima de toda adversidad. Triunfo de la fidelidad por encima de los imponderables  decaimientos. Triunfo de la constancia en un mundo renovado tras el Covid-19.
Una vez más, expresa la confianza de Jesús en  su Abba. Son palabras que se hacen realidad en los que viven con fidelidad y trabajan hasta la muerte para poner paz, para compartir el amor, para abrir caminos de esperanza…
Al fin, el Padre del Cielo romperá su silencio y nos resucitará en la resurrección de su único Hijo, a quien hemos de escuchar, una vez desechadas la vendas y los sudarios de una humanidad nueva  fortalecida tras el cataclismo viral.


jueves, 2 de abril de 2020

CARTA ABIERTA




Mi buen amigo A..., estamos en lo mismo!!  Me pones a la Iglesia en el punto de mira de la gente que dice "no cumple en esta pandemia, que no tiene otro mensaje que rezar". Te respondo "en abierto", admitiéndote, lo reconozco, que padezco de un ramalazo un poco anticlerical, pero ¡ojo! no tanto a lo Valle Inclán, cuanto a lo Unamuno. Pero sé leer y sé sentir. La Iglesia no cumple... Yo prefiero mirar a la que "cumple" , no sólo a su legión de "santos" a lo Francisco, Clara, Foucauld, Teresa de Calcuta, Romero... sino también a la millonaria legión de anónimos que se han partido el pecho, se lo parten y los que seguirán partiéndoselo en hospitales, en psiquiátricos, en suburbios, en misiones en general... Ésta es la Iglesia con la que comulgo. Y con otra que se confiesa humana y pecadora sin buscar  justificaciones, también. Esa otra, la de los dogmas y actitudes farisaicas, que es la menor, a Dios gracias, pero que se "enseña" más por aquello de "a río revuelto ganancia de pescadores"... ésa ni es mi Iglesia, ni creo que sea la tuya... Te recomiendo que te fijes en las otras, la santa y la humana, que al fin son la misma. Reconozco  en la institución eclesial actitudes insolidarias. Sí!! Pero ya en Lógica estudiábamos la diferencia "racional" entre la parte y el todo. Y me voy a hechos concretos: al Papa ofreciendo instalaciones y fondos, al P. Ángel en un Madrid tan lastimado, a tantas diócesis con sus Cáritas al frente, etc., etc. Sin olvidar a nuestro propio arzobispo de Granada, que ha ofrecido el seminario mayor a las autoridades competentes... Como político que pisas fuerte, desde mi amistad te sugiero que mires para nuestra Iglesia, "ejemplarizante", que transpira testimonio. Juzga luego, y actúa después en ese medio político en que te mueves gracias a nuestros votos... Has visto cómo algunos equipos de nuestra Liga se bajan el sueldo... ¿No seria la ocasión de dar testimonio de vuestra entrega al país renunciando a una parte de vuestros emolumentos salariales que no son tan pequeños como queréis predicar?
Permíteme, amigo, recordarte este texto literario de El Quijote que cobra actualidad: "Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca" (Primera parte, cap. XVIII).
Dile a tu gobierno, que es también el mío, que se dejen de rollos informativos "controlados" y escuche al mundo de los medios de comunicación y al propio pueblo sufriente desde hospitales, residencias de gente mayor, desde las urgencias sanitarias...
La pandemia terminará, pero dejará muchas cicatrices... Deja con tus vecinos en los sillones de poder de tirar piedras sobre la "institución que no cumple" y cumple tú con ellos para que la piel de toro no se deteriore más. Un abrazo muy sincero .