A Raquel y Jesús,
nacidos para el amor.
De la sierra de Granada
vengo, aún blanca y moruna.
Quiero ver a Raquel de alba,
peinada como la luna.
Vengo a la tierra del vino,
traigo flores y alegría
para el novio, peregrino
del amor y la armonía.
Traigo de Leopoldo el santo
a la Dehesa de Bolaños
bendición, feliz encanto
y amores que duren años.
Y traigo felicidad,
para mis dos almas, mías,
ternura y fertilidad,
delirio de brisas pías.
Suena el sí de vuestros labios,
suena al ritmo del amor.
Sed el perdón de los sabios,
sed sonrisas con ardor.
Asegurad las amarras
ante el peligro de vientos,
de manera que las arras
y alianzas sellen alientos.
Tened hambre de quereros,
no os encerréis en castillos,
bebed frescura en veneros,
delicia de pajarillos.
De la vega de Granada
vengo, verde, grande y mora.
Deseo al duende y a su hada
vida y gracia desde ahora.
Y en sintonía de ensueños,
hoy, mañana y más mañana,
¡que Dios vele vuestros sueños!
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