sábado, 26 de julio de 2014

EL HALLAZGO

El reino de los cielos se parece
a un tesoro escondido en el campo.
(Mt. 13, 44-54)


He vagado por tortuosos atajos,
Maestro.
y  he caminado en guerras.
He sufrido el frío de una vida incolora.
y, cautivo de oropeles fugaces,
he entretenido mi alma con mil bagatelas…

Y te he buscado, Señor…

Encerrado en mi carne,
envuelto en mi silencio,
te he buscado audazmente entre dudas y recelos.

Sabiendo que el oficio del cristiano es buscarte,
he arriesgado la venta de mi campo, todo
por encontrarte a Ti.

Y me he topado, -¡por fin!-
con tu reino
como un sol de fortuna oculto que inesperadamente
lo invade todo,
como perla encontrada en el bazar de mis soledades.

La llama de mis fantasías se deshilacha ahora
ante el hallazgo velado en tu campo.

Ahora
quiero correr, hasta perder el aliento,
por seguir vendiendo mi vaciedad.
Y quiero comprar,
contra todos los reclamos del  mundo,
la alegría que derrocha tu reino,
la luz que seduce en mi noche,
la llave que abre el tesoro de tu inmensidad.

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