Que no tiemble vuestro corazón
ni se acobarde. (Jn. 14, 23-29)
Amarte,
Señor,
es
la llave que en la tierra abre tu cielo,
es
la brasa encendida que permanece,
es
la opción libre de tu cristianía.
Amarte,
Señor,
es
vestirme la novedad pascual
frente
a cualquier desafío,
es
ajardinarme entre flores que no se marchitan,
y
frutos que no se secan.
Amarte,
Señor,
es
guardar tu palabra y gozar de la paz
que
el mundo no da,
es
entender tu vuelta al Padre
para
enviar al Espíritu prometido.
Amarte,
Señor
es
el privilegio de todas mis libertades,
es
la vida que gesta el revulsivo contra el miedo
y la cobardía.
No
tiembla mi corazón
ni
se acobarda, Señor,
pues
Tú eres manantial de Luz,
de
Verdad
y de Vida.
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