domingo, 1 de marzo de 2020

TENTACIONES


Y el tentador se le acercó
(Mt. 4, 1-11)

Años tras años, los cantos de sirena
han seducido a tu Iglesia, Señor…
A través de los siglos,
la vemos adicta al milagrismo,
atada al triunfalismo,
instalada en el poder…

Sin embargo,
en afán de decapitar tales ídolos,
Tú te haces entre nosotros Siervo de Dios,
Mesías doliente,
Cristo roto por los hermanos,
en el desierto, en el alero del templo,
en la alta montaña… Y en el Huerto. Y en la cruz.

Tu Iglesia debe entender, Señor,
que la fuerza del Espíritu,
la conducirá a la plenitud, como a Ti en el desierto,
sólo en la lucha diaria por su identidad.

Es verdad. Arrecian, hoy aún más, las tentaciones:
poseer,
aparentar,
dominar.
Son ellas las heridas de la noche,
son las seducciones del mal,
son la contraparábola del Hijo nazareno.

Que la fe de tu Iglesia, Señor, no esté agarrotada.
Destruye toda su esterilidad, su mediocridad,

Abre en ella la razón plena de tu Reino.
Que sea, sin miedos,
perseverancia en la búsqueda de la verdad,
que sea vigilancia en la oración fraternal.
Así,
será fecunda para celebrar tu gloria y tu amor.

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