viernes, 7 de noviembre de 2025

JOSÉ ALBALADEJO, NOMBRAMIENTO AGRADECIDO

 


Gran parte de la humanidad  padece el cáncer del desencanto  y la desesperanza. De ahí que haya veces que a la gente buena le asalte la tentación de dudar si aun habrá  razones para vivir en la alegría. Tentación que nos salpica también a la gente de Iglesia.  Las noticias en su seno parecen “cotizar a la baja”: notable depreciación del hecho religioso y una cierta  infravaloración del compromiso personal… ¡Según encuestas! 

El panorama, ciertamente,  parece evidenciar una constante   preocupación en el seno de nuestras comunidades cristianas. Hay datos que reflejan un descenso en la mayoría de los indicadores que miden su vitalidad. Con todo, hemos de constatar  el “fuste feliz” de muchos colectivos  de Iglesia, bien lejos de ser  puras estaciones de servicio sacramental. Y, tal vez debido, de manera especial, a la asunción al papado de Francisco que, a lo largo de sus doce años de pontificado ha recreado el “aire fresco” iniciado por el bendito Juan XXIII, y que hoy León XIV trata de seguir “inyectando”.

A pesar de ese mal que dibuja anquilosamiento o involución, hay, pues, razones poderosas para creer que, por muchos errores humanos que ensombrezcan la vida cristiana, no conseguirán nunca  eclipsar el carácter inalienable de lucha y paz, que nos configura con Cristo. En este contexto de luces y sombras -¡horizonte de esperanza!-, no puede pasar desapercibido el nombramiento de un nuevo párroco para nuestras comunidades cristianas de  Huétor Santillán y Beas de Granada. Así es. Septiembre nos ha traído esa novedad de cambio pastoral. El nombramiento del  nuevo párroco José Albaladejo  Hernández, el cura Pepe, ha sido un regalo de nuestro arzobispo, don José María, que  agradecemos mucho.

El cura Pepe durante   trece años de ministerio sacerdotal ha ejercido como párroco de la Iglesia Mayor de la Encarnación de Motril, como capellán del Hospital Santa Ana y como consiliario de las  Hermandades  Cofrades: todo un bagaje  que encierra profunda admiración por su trayectoria pastoral y humana. Testimonio de vida que permanecerá arraigado en el pueblo tropical. “Imposible de olvidar”, dicen sus gentes.  De ahí que su despedida de Motril, haya estado tan cargada de ternura y sentimientos  evangélicos. Nos recuerda la despedida del  apóstol Pablo de su comunidad en Mileto Sus fieles le acompañaron hasta el barco entre  lágrimas por la  separación (cf. Hech 20, 36-38).  Del mismo modo, los feligreses motrileños han manifestado profunda pena ante la marcha de su pastor.  

La desazón de un pueblo inmensamente empatizado con “su cura” es esencialmente  lo que hemos apreciado en una parte muy representativa de la comunidad motrileña que se desplazó a nuestro pueblo para testimoniar  el cariño que “ha dejado atrás” este hombre de sonrisa fácil, mirada noble, de buen corazón y genuina sencillez... No sólo lo dicen los motrileños, nosotros ya lo constatamos en el poco tiempo que lleva en nuestra parroquia.

Pepe,  que acaba de  inaugurar una nueva etapa  pastoral a nuestro lado, ya sabe que somos su “nueva familia”, dispuesta a colaborar en la misión de seguir haciendo presente el Reino de Dios en Huétor  y Beas. Seguro que su ministerio entre nosotros será  fructífero, alegre y lleno de bendiciones. Él ha sido una figura señera, cordial,  jugando un gran papel  histórico y profético en la costa granadina, y no va a ser menos en nuestras tierras serranas. Es un honor y una alegría darle la bienvenida  como el nuevo pastor de nuestras parroquias. Su llegada trae consigo la esperanza de escribir un nuevo capítulo de vida  sacerdotal como nueva opción evangélica. 

Motril nos ha pasado el testigo (¡y qué “testigo”!). El cura Pepe ya lleva días estrenando parroquia a nuestro lado y ha dado señales inequívocas de querer encarnarse gozosamente en nuestra piel serrana…  El cáncer del desencanto  y la desesperanza que salpica a una gran parte de la humanidad, seguro que no nos salpicará a tu lado, querido amigo… ¡Ah, y mil gracias, cura Pepe!

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