domingo, 15 de marzo de 2015

TENER VIDA

…para que no perezca ninguno de los que creen en Ti,
 sino que tengan vida eterna. (Jn. .3, 14-21)



Señor,  me siento perdido en sed de amor,
en  desnudez de felicidad,
perdido en  monólogo de ritos,
cuando Tú desbordas en ternura
por las cuatro esquinas de tu eternidad.

Siento cómo seduce la tiniebla de este mundo,
cómo atrapa el laberinto de promesas halagadoras,
cómo tu luz se pierde por las rendijas de los egoísmos.

Escucho que los pecados hablan de tus condenas,
que las penitencias son el camino de tu perdón,
que tu salvación es mágica
como los magos deslumbran desde los escenarios.

Pero, junto a Nicodemo, tu Espíritu hoy me susurra
que eres la luz nunca ofendida,
sino cercana, humanizada
de un Dios que no ha podido soportar mi lejanía.

Por eso,
has dado el primer paso, descendiendo a mi era
para renovar la alianza rota.

Ahora debo ser yo quien dé el segundo paso,
encaramándome a tu cruz,
puente fulgurante entre mi mundo y tu mundo,
por el que pasan todos los hombres,
que desean renacer a la vida eterna.

Señor, que ésta sea mi fe comprometida,
como un acto de amor
por el que advenga el reino de tu luz admirable. 

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