MARÍA
Un sol
guiñaba cariño a la luna:
Juan de
Dios que desposaba a María.
Volcando
vida en sus hijos quería
ser
timonel de estrellas con fortuna.
Mas el
sol sin esperar, en la bruna
noche
se durmió dejando a María,
derramada
en su propia sombría,
fiel
arriera y audaz como ninguna.
Sensible
y con bravura hizo camino
en
duros inviernos y en los estíos.
Puerta
abierta fue siempre su destino.
Con
alegrías y penas sus bríos
enlazan con el cielo más divino.
Hoy octogenaria ama con delirio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario