sábado, 22 de julio de 2017

HASTA LA SIEGA

 Dejadlos crecer juntos hasta la siega.
(Mt. 13, 24-43)

Junto al lago, desde la barca,
la imagen de un Dios-sin-prisas,
detiene el tiempo de cuantos le escuchamos
en la ribera...

Trigo. Cizaña…
Trigo que presume bondades,
cizaña que concita malicias…
(¡y hay que cortarla de inmediato!)

De inmediato…
¡cuando el sembrador,
ha derogado la urgencia hasta la siega!

El labrador apuesta, sí,  por el trigo;
pero la medida de su reto
está en  la gracia de la paciencia.

¡Cómo un trigo que se dice bueno, Señor,
puede condenar sin piedad a la cizaña,
si ésta en tus manos
ennoblece el mismo trigal!

¡Cuántas veces –ay- te hemos hecho
un Dios-juez a nuestra medida,
para alegar las prisas de arrancar cizañas,
mucho antes de que granen las espigas!

Haznos, Señor, comprender,
desde la orilla de tu verdad,
que en tu arada
¡todos somos un manojo de  trigo
y un manojo de cizaña!


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