sábado, 3 de marzo de 2018

EL MERCADO


…no convirtáis en un mercado
la casa de mi Padre.
(Jn..2, 13-25)


Jerusalén,
centro de la ortodoxia judía,
has profanado tu templo.
Has instalado un mercado en la casa del Padre
tratando de comprar a Dios
e ignorando la dignidad del hombre.
Por ello,
tu mercado de la religión ha conocido
los latigazos del Nazareno.

Tu templo ha sido desplazado, definitivamente,
en la alianza nueva.
Desde ahora, ya tu pueblo tiene otra casa
donde reconocer a Dios, y hablarle.
Es el Templo que tú mismo destruiste en la cruz,
el Templo que el Espíritu levantó en tres días,
el nuevo Templo
que desmorona todas las esclavitudes:
Jesús de Nazaret.

Él es Santuario vivo sin liturgias entre muros,
ni inciensos, ni palabras huecas, rutinarias…
Santuario definitivo donde se encuentra el amor
vencedor del dolor y la muerte,
donde sólo el ser humano es piedra viva
restituida de la profanación de tu templo.

Conviértete, Jerusalén. Mira que viene tu Dios.
El Dios que no quiere sacrificios, sino misericordia;
ni quiere adoradores en la frialdad de los muros,
sino creyentes libres en espíritu y verdad.

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