sábado, 10 de marzo de 2018

TENER VIDA


… sino que tengan vida eterna.
(Jn..3, 14-21)


Señor, me siento perdido en sed de vida,
en desnudez de felicidad,
perdido en monólogo de ritos,
cuando Tú rebosas ternura
por las cuatro esquinas de tu eternidad.

Siento cómo seduce la tiniebla de este mundo,
cómo atrapa el laberinto de promesas halagadoras,
cómo la vida que nos has traído se pierde
por las rendijas de los egoísmos.

Escucho que los pecados hablan de tus condenas,
que las penitencias son sólo el camino de tu perdón,
que tu salvación es mágica,
como el deslumbrar de los magos en los escenarios.

Pero, junto a Nicodemo, tu Espíritu me susurra
que eres la luz nunca ofendida,
siempre cercana, humanizada
de un Dios que no ha podido soportar mi lejanía.

Por eso,
has dado el primer paso, descendiendo a mi era
para renovar la alianza rota.

Ahora debo ser yo quien dé el segundo paso,
encaramándome a tu cruz,
puente fulgurante entre mi mundo y tu mundo,
por el que pasan todos los hombres,
que desean renacer a la vida eterna.

Señor, que ésta sea mi fe comprometida,
como un acto de amor sincero
por el que advenga el reino de tu vida sorprendente.

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