sábado, 1 de diciembre de 2012

EN PIE

Vivimos  en un momento histórico transido de crisis con olor a paro brutal, violencia encarnizada,  genocidio de valores…
Nos refugiamos en la propia insatisfacción del momento, nos evadimos entre  lamentaciones, huimos… La llama de la esperanza es tan frágil y agonizante que un pequeño soplo puede apagarla.
A pesar de todo, ya es un milagro el hecho de oír, año tras año, ¡durante veinte siglos!,  el anuncio de nuestra liberación. ¿Llegará? La tensión de la fe sigue anclada en la esperanza… En nuestra espera expectante, activa, dinámica, comprometida, gozosa, está un futuro mejor. Es cuestión de vivir nuestro presente EN PIE…


… y manteneos en pie ante el Hijo del Hombre.
 (Lc. 21, 25-28. 34-36)


Es tiempo de reencuentro.
Pongámonos de pie
que Él está  ahí. Nunca se fue.
Si acaso, le hemos perdido la pista…

Levantemos la mirada por encima
de la muchedumbre que empaña
los ojos del corazón.
Él está ahí. Nunca se fue.
Él es nuestra liberación, prodigio de Dios.

Vamos a su encuentro, no esperemos más.
Deja que truenen los truenos,
deja que enloquezca el oleaje,
deja al sol, a la luna, a las estrellas con sus signos…
Salgamos con pie firme a su encuentro.

Recobremos el aliento para espabilar el corazón
maltrecho y desaliñado…
Afinemos el oído que Él es soplo
en silencioso de esperanza
entre el cortejo de inmensos ruidos.

En pie, hermanos. Es el Hijo del hombre.
Él es poder y gloria.
Él es nuestra liberación, prodigio de Dios.

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