viernes, 7 de diciembre de 2012

MARÍA

A Inma de Antonio, que está en el Cielo
gozando de Ella.

La virgen se llamaba María.
(Lc. 1, 26-38)

        María, mujer de Nazaret,
        Tú eres cielo diáfano sin cicatrices de ventiscas
        y tornados.

        María, dama del silencio vivo y atento,
        donde se funden  docilidad  y maternidad,
        Tú eres entraña de grandeza en tu pequeñez.

        María, muchacha de pueblo,
        llana, sencilla, encarnada,
        encanto de fe inquebrantable,
        Tú eres aventura de salvación.

        María, doncella de un sí colmado en libertad,
        el sí que no mira atrás,
        ni se debate en la sombra de la duda,
        Tú, Señora, eres la llave de la Buena Nueva.

        María, ternura macerada en la confianza,
        audaz en riesgos asumidos,
        Tú eres oasis de paz y aliento,
        Tú eres nuestro aval.

        María, fervorosa alegría,
        asociada serenamente al Espíritu,
        Tú eres palabra mágica
        en la ausencia de nuestros vinos de boda.

        María, entre títulos y coronas que te asfixian,
        Tú eres humilde maternidad universal       
        junto a  la sangre crucificada de tu Hijo.

        Tú eres primavera en el dolor aceptado
        y eres atmósfera virgen
        adjunta a la esperanza de los excluidos,
        a la sed de los oprimidos.

        María,
        en nuestro edén global
        a lo largo del tiempo.
        Tú eres transparencia de Dios.
        Luz de nuestras noches.
                                                ¡Gracia plena!

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