sábado, 22 de diciembre de 2012

¿Quién soy yo?

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
 (Lc. 1,39-45



Isabel, tú eres, ¡nada menos!,
la anfitriona de María de Nazaret, tu prima,
quien, asombrada por el anuncio del Ángel,
corre, montaña arriba, a tu encuentro,.
porque tú, la estéril de Dios,
eres portadora en tu seno del mayor de los profetas.

Tú eres, desposada con Zacarías,
la inundada del Espíritu,  palabra reveladora
en desconcertantes maternidades.

Tú eres, Isabel,
en el tejido inmenso de creyente
entre Nazaret y Ain Karem,
la compañera de la esclava que halló gracia en Dios.

Tú eres la elegida
para cantar a la bendita entre todas las mujeres.
Y en ese abrazo mutuo en la aldea de Judea
has visto fundirse  las dos alianzas,
las dos aventuras humanas entrecruzadas
de la Buena Nueva.

La nazarena y tú, las dos, simbiosis de fe…
Dos abrazos que se miran y escuchan,
dos esperanzas de madre en gozo fecundo,
dos corazones ceñidos en el tiempo nuevo del Espíritu.
            

Isabel, mujer de Zacarías,
deja que me acerque a tu Ain Karem comprometido,
para vivir la gratificante presencia
de la austeridad,  de la audacia y la paz…
y el silencio de la brisa del buen Dios,
                                en tu montaña de Judea.

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