sábado, 18 de octubre de 2014

LO QUE ES DE DIOS

…y a Dios lo que es de Dios.
 (Mt. 22, 15-21)


Idearon tenderte una trampa
sin pensar que la moneda de tu señorío,
contrariamente al poderío del César,
era  la enseña de tu Reino,
lejos de toda complicidad con el poder establecido.

Una trampa,
olvidando que tu palabra no está hecha
de pesados fardos,
sino de “lo que es de Dios”.

Y “lo que es de Dios”,
está  en las plazas y en las calles
en los templos y en los campos,
en las horas y en los días…

“Lo que es de Dios” está en confesar que nadie
es padre más que Dios; que nadie
es jefe, sino Dios.
Nadie, señor,
sólo Dios, el Señor de toda la historia.

“Lo que es de Dios” está en la ley del servicio,
como motor de una Iglesia
arraigada en los más desfavorecidos.
Trampa...  
¡Ayer y hoy!,
cuando suplantamos tu palabra,
con nuestros hechos
solapadamente farisaicos.

Trampa…
cuando nos divorciamos de la fe pascual
en la vida pública, como en la privada,
en lo social y en lo político.

Trampas,
muchas trampas… ¡Ayer y hoy!,
mientras no nos medimos en parámetros
de sincera fraternidad.

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