sábado, 11 de junio de 2016

EL PERFUME

Vino con un frasco de perfume…
(Lc. 7, 36-8, 3)

Señor,
la publicana, sin invitación,
ha refrescado con sus lágrimas tus pies de profeta.
Con el perfume de su escándalo, ha ungido
tu carne, a punto de ser lacerada,
con el perfume de su escándalo.
E inundó de buen olor la morada. 

Él, Simón,
pretendió atraparte entre los muros de sus leyes,
revolcado en la seguridad de sí mismo,
y levantó barreras
como juez atrincherado en la seguridad de su fe.

Besos, lágrimas, perfume
de la pecadora hecha amor y ternura.
y enfrente, la reprobación del bueno,
instalado en el sistema.

Ella rompió riesgos,
atravesó la ley de todos los entredichos,
convencida de tu perdón,
como insolvente de este mundo.

Simón no arriesgó nada.
Ante los comensales sancionó su reputación social
con el desprecio a la intrusa.
¡Sin más!

El escándalo fijo su precio…
Simón te crucificó
antes de tiempo con su mirada de soslayo.
Mas tu palabra fue noticia…

Y mientras el verdadero pecado rodó,
hasta hoy,
por las carnes del fariseo,
ella no volverá a otros brazos más que a los tuyos,
invadida de tu amor, Jesús

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