(Mt. 5, 38-48)
Desde que el mundo es mundo,
Dios envía el sol sobre buenos y malos.
Su lluvia, sobre todos los campos.
Su encarnación destila ternura,
rompiéndose en amor
hasta lo irrazonable.
En la traición del amigo dio amistad,
en la cumbre del dolor dio perdón,
buscó sin aliento la oveja perdida,
y el mejor traje, para el hijo de mala vida…
…
Maestro,
¡Demasiado alta has puesto la cima!
Tras veinte siglos de andadura,
tu mensaje sigue siendo nuestra asignatura pendiente,
de hoy,
de ayer,
de siempre.
Si la excelencia del amor
está en la capacidad de perdonar,
si tu llamada a la perfección,
exige amar al enemigo,
aúpanos Tú mismo a esa cima,
que para nosotros resulta inaccesible.
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