sábado, 2 de febrero de 2019

SE ABRIÓ PASO


… se abrió paso entre ellos, y se alejaba
(Lc. 4, 21-30)


Señor, vivo confuso…
Lo mismo me cautiva tu palabra,
que sufro eclipse de ti,
al igual que tus paisanos de Nazaret.

Me veo a gusto
cuando siento halagos de considerarme discípulo tuyo.
Pero sufro ceguera a tu paso por entre mis necedades,
mis ansias de poseer,
mi religiosidad descafeinada…

Vivo confuso, Señor…

Te humanizaste en el hijo del carpintero,
y no en el sacerdote judío.
Te querían mesías guerrero, y asumiste
tu mesianismo
en favor de las viudas de Sarepta y los Naamán
de todos los tiempos.

Y es que
aún no he entendido que optar por ti
es dar un salto en el vacío de las confusiones,
confiadamente,
y acogerme a la seguridad de tu tolerancia.

Ábrete paso, sí, en medio de mi confusión,
pero no te alejes… Que Tú,
sólo Tú, eres patrimonio de mis hermanos y mío,
Tú, hijo del carpintero de Nazaret,
y Señor de todas las gentes.

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