sábado, 13 de abril de 2019

¿DERROTADO?


Os digo que si estos callan,
gritarán las piedras.
(Lc.19, 28-40)


Maestro, has tenido el arrojo de subir a Jerusalén,
y abrir la puerta que abre tu aparente derrota.
No entras con ostentación de vencedor,
sino cabalgando sobre un borriquillo
en paz y júbilo,
a la cabeza de tus discípulos.

Mantos por tierra, gritos en el aire…
Mientras,
de entre la gente, la cizaña te ve derrotado.
Y hasta te exige silencio,
en un intento por desbaratar tus planes.

Haciendo el bien,
recorriste pueblos y collados.
Y, sin embargo, un trágico final te espera
desde el olivo hasta el madero,
en tu ciudad santa, ¡la cuna de la religión!

Pero la derrota no es tu identidad.
Gritarían las piedras…
Porque
tu sello es el cumplimiento de la gloria
que se desparrama entre el cielo y la tierra,
en favor de los desvalidos de este mundo.

¿Derrotado Tú, Maestro?
Entra, sí, entra en Jerusalén
invictamente,
que en pocos días se rasgará el velo del templo,
en el triunfo definitivo de tu amor.

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