sábado, 7 de abril de 2012

MARÍA DE MAGDALA

El primer día de la semana, María Magdalena
fue al sepulcro…  (Jn. 20, 1-9)
(Para Inmaculada y Antonio, con inmenso deseo pascual)

I
María de Magdala, suerte la tuya,
dolorosa y consoladora suerte…
Has visto cómo la muerte
no ha podido gozar de su última palabra.
El mismo madero ha sido vencido
en el huerto de José de Arimatea. Misterio
de una muerte caduca…

II
Era el primer día de la semana,
cuando, tal vez,  sin recordar aquello del tercer día,
superaste todas las barreras, salvaste todos los obstáculos.
que te separaban de su muerte.
¡No habías podido esperar la llegada del nuevo día!

A pesar de tu desaliento,
rehabilitada en la fe, tu amor
pudo más que la paciencia. Y contra toda oscuridad,
tu corazón,
harto de lágrimas, corrió al sepulcro.
Inquietud. Desconcierto.
La losa movida. La tumba vacía.
- ¡Simón Pedro, se han llevado al Señor!

III

Magdalena, torre de amor,
la ausencia del Maestro, los tres días anunciados,
ha sido la mejor experiencia de tu vida…

Has visto el sepulcro vacío,
y has inaugurado su historia. La noche,
que quería adueñarse de todas las noches,
ha sido vencida en tu corazón,
                  y en el corazón del mundo.

Tu fe ha sido búsqueda y esperanza,
antorcha viva sobre toda muerte,
manantial de paz... ¡Resurrección!

Suerte la tuya,
dolorosa y consoladora suerte,
María de Magdala.

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