Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
(Mc.8,27-35)
Bellos parajes, a los pies del Hermón,
las fuentes del Jordán,
camino de Cesarea de Filipo…
Y Tú, Jesús, te lanzas a instruirlos.
Rompes los ruidos de esquemas humanos,
una vez más.
Hay silencio, cunde la reflexión…
El camino empieza a pesar
con trasfondo de encrucijadas.
No hay espacio para la rutina.
¿Quién decis…?
Tú eres el Mesías
nuestro honor, nuestra fortuna.
Pero la confesión de ilusiones no cala
en ese camino aparente de vida cómoda.
El paraje es bello,
el Hermón da agua al Jordán,
pero tú, Señor, no has venido para sembrar idilios.
Y, pese a Pedro,
es tiempo de lucha, de muerte y resurrección.
Son las complacencias del Padre
para tu amor oblativo.
Mesías, sí,
pero con la cruz a cuestas de cuantos quieran seguirte,
y Tú, delante con el madero de tu identidad.
No nos dejes caer en la resistencia del apóstol.
Hemos de continuar caminando por las Cesareas
de nuestra humanidad,
cargando con los sufrimientos de los hermanos,
aliviando sus penas,
bailando gozosos a tu ritmo pascual.
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