sábado, 16 de marzo de 2013

EN ADELANTE


…anda y en adelante no peques más.
(Jn. . 8, 1-11)


Ay, de ti, mortal, portavoz de calumnias,
chismes y mentiras,
para tratar de ocultar tus felonías.

Bienaventurada tú, mujer condenada a ser lapidada
con las mismas piedras del usuario de tu cuerpo.

Réprobo tú,  que manipulas la mancilla de hembra dolida,
para alardear de tus fanfarronadas. 

Bienaventurada tú,  que en tu afonía gritas justicia
y sólo lo escucha el interior de tu corazón maltrecho. 

Ay, de ti, que la etiquetas  “de mujer de mala vida”,
cuando te ciega el hambre de espasmos, mientras aguardas tu turno. 

Réprobo tú, que intentas viajar en clase de honrado,
huyendo del hijo que abandonaste en el vientre de la transgresión. 

Bienaventurada tú, madre soltera,
que no escurres tu ADN de la provocación,
por el hijo que espera el pan de su desayuno.
 
Réprobo tú
y esa mirada tuya que traspasa la minifalda,
provocando adulterio.

Maldito tú, que te acercas a la “esquina” por si cae esa breva
a cambio de las monedas que te sobran. 

Ay de ti, juez de la misma calle, implacable,
que levantas castillos a tu honestidad,
ocultándote en la nocturnidad  más o menos pagada. 

Ay de ti, que te eriges en verdugo de guante blanco
postrando ante la ley a la esclava de tus placeres,
tú, réprobo de la corrupción, del fraude,
de la lujuria, de la explotación… 

Mujer, ¡al final, nadie se ha atrevido a condenarte!
Yo tampoco te condeno,
porque el mayor adulterio es hacer la cama a los que oprimen a mi pueblo.
Anda, y en adelante… ¡Ya sabes! 

Yo, Jesús de Nazaret.

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