Poneos en camino.
(Lc. 10, 1-12.17-20)
Hermanos nos llama el Maestro
de dos en dos, en comunidad,
para compartir ilusión,
humildemente,
y oxigenar el ritmo del amor
entre lobos.
Nos llama el Maestro.
Todos somos uno de los setenta y
dos,
para optar por la pobreza
tras sus huellas, encarando la
Jerusalén de todos los dolores,
como única senda para florecer la Buena Nueva.
lejos de otros éxitos
que subyacen en nuestras
seguridades.
El Maestro nos llama a ser
andariegos de su evangelio,
sin
más alforja que su Espíritu,
sin
más coraje que nuestra debilidad,
sin
más prisas que la urgencia de Dios.
En camino, en
comunidad, sin tensiones,
fuera de los
cuatro muros del templo
¡que crean
nuestra seguridad!
Sin más
pretensiones que hospedarnos
en cada corazón
topado en el camino
entre el polvo
y las heridas que son las nuestras.
Nos llama el Maestro
a ponernos en camino
con el dinamismo del que no está
instalado,
con la ilusión de quien quiere contagiar la fe,
con la fortaleza de quien quiere abrazar esencialmente
el drama de todas las
hostilidades…
Todos somos uno de los setenta y
dos,
¡aleluya!
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