sábado, 27 de julio de 2013

ORAR


Señor, enséñanos a orar…
(Lc. 11, 1-1)

 Papá bueno,
no me hubiera atrevido a hablarte así
si no fuera que Jesús así nos lo ha enseñado. 

A Ti me acerco con la gracia y el cariño
de todos los niños de cualquier terruño del mundo. 

Te hablo con el descaro de cualquier crío.
Con la confianza del niño entre los brazos de su madre,
me acerco hoy a Ti,
irrumpiendo en tu corazón de padre y madre,
como Jesús,
cuando hablaba contigo a corazón abierto. 

No vengo a arrancarte favores.
Tú conoces ya mis necesidades… 

A tiempo y a destiempo,
invado confidencialmente tu clave de amor,
aunque sea desde mi vida no fiable. 

Quisiera, simplemente
bendecir tu nombre.
Y darte gracias, Papá bueno, por la vida,
la mía y la de todos. 

Me duele, como a Ti,
el sufrimiento de los hermanos.
Hoy en particular, la muerte encontrada
en el camino férreo de Santiago de Compostela. 

Llamarte abba, es decir papá, 
es la piedra angular de todo el mensaje de Jesús.
Por eso, en mi cercanía que te huele a hijo frágil,
te llamo,
golpeo tu puerta,
sin pretender sonsacarte a mi medida.  

Mi osadía está en el amor
con que Jesús dijo que Tú amabas.
Simplemente,
elevo mis ojos a Ti, y en tu presencia,
espero que escuches mi corazón fatigado.

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