viernes, 22 de julio de 2016

ORAR

Señor, enséñanos a orar…
(Lc. 11, 1-1)


Papá Dios,
no me hubiera atrevido a hablarte así,
si no fuera porque tu Hijo predilecto
me lo ha revelado.

A Ti me acerco con la gracia y el cariño
de todos los niños
de cualquier terruño del mundo.

Como un niño en el regazo de su madre,
así me echo yo en tus brazos,
irrumpiendo en tu corazón de padre y madre…
como Jesús,
cuando hablaba contigo a corazón abierto.

No vengo a arrancarte favores.
Sólo quiero,
a tiempo y a destiempo,
invadir confidencialmente tu humanidad
de Dios.

Sólo quiero bendecir tu nombre Abbá
-Papá-,
y gozar de la vida que me has dado,
la mía y la de todos.

Y llorar –eso sí-
junto a Ti,
el sufrimiento de los hermanos.
Particularmente,
las muertes fabricadas en tu nombre.

Abbá
es la palabra angular de todo el mensaje de tu Hijo.
Por eso, en mi cercanía de hijo frágil,
he golpeado hoy tu puerta, feliz…

¡Osadía del niño que llevo dentro!

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