sábado, 5 de noviembre de 2016

SEÑOR DE LA VIDA

No es Dios de muertos, sino de vivos…
 (Lc.20, 27-38).


En nuestro corazón no caben
discusiones saduceas…

Una sola cosa nos interesa, Señor.
¡Que Tú eres el Dios de la vida!
Que nuestro destino no es la muerte,
es la vida,
¡como juramento de tu resurrección!

Un día,
nos anunciaste agua viva.
¡No seamos sedientos
de otros charcos!

Otro día,
nos mostraste el pan de vida.
¡Los paganos
no nos vean desnutridos!

Siempre,
 nos hablaste de esperanza.
¡Los muertos
 no nos vean abatidos!

Sepamos predicar gozo a los afligidos,
amor a los odiados…
Sepamos fustigar la mentira,
construir paz.

Entonces, 
los saduceos de siempre
creerán que Tú eres la resurrección y la vida.

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