sábado, 6 de mayo de 2017

LA PUERTA

… yo soy la puerta de las ovejas.
(Jn. 10, 1-10)


En mis encrucijadas,
hay mil evasivas entremezcladas de penurias,
de ambiciones y de complacencias.
En medio,
sentir tu voz que me llama por mi nombre,
¡qué gozo, Pastor de Israel!

En mi sociedad masificada, donde
no soy nadie, más que un socio del anonimato,
siento a los mercenarios de alrededor,
intentando dominar en la intolerancia de su aprisco,
avasallar en el secretismo de su ambición.

En tu redil no soy un extraño.
Puedo entrar por tu puerta siempre acogedora,
palpar mi yo en la pluralidad de mis hermanos,
gustar tu pasto en la misma artesa de todos…

Tú puerta no crea guetos, no es barrera
cargada de candados.
Tu puerta se abre ante la más débil brisa…
¡Siempre de par en par a la vida!

Atravesar tu puerta, llamado por mi nombre,
es feliz aventura
que sacia mi sed de cielo.

Señor,
en mi silencio, junto a tu puerta,
sepa yo siempre 
discernir bien tu voz de buen Pastor.

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