domingo, 15 de diciembre de 2019

A QUIÉN ESPERAMOS


¿Eres tú el que ha de venir
o tenemos que esperar a otro?
(Mt. 11,2 -11)


Indudablemente,
Tú, profeta de Galilea, no eras el esperado de las gentes.
No respondías a la expectativa mesiánica del colectivo judío.
Esperaban de ti un mesías, auténtico caudillo,
libertador del yugo romano.
restaurador del reino de Judá fenecido.

Indudablemente
ése no era tu destino.

Tú, profeta de Nazaret, irrumpiste en la historia humana,
lejos de esas glorias esperadas,
empeñado en pegarte a leprosos, publicanos y prostitutas
contra toda ley,
para liberarlos de la exclusión encadenada.

Tú, embarcado en dar luz a quienes te gritaban por ver,
obstinado en ofrecer camino a cuantos te solicitaban andar,
infatigable Tú, al lado de pobres y mendigos.

Fuiste tenaz predicando el reino
que tu Padre ha querido,
distante de una religión instalada, rutinaria.

Tu precursor, Juan de Ain Karem,
certificó en su propia piel tu Buena Nueva
entre las rejas de Herodes,
no como caña sacudida por cualquier viento…

Indudablemente,
a ti, amado galileo, es a ti a quien sigue esperando
tu pueblo,
subyugado, aún hoy, por perversas promesas salvadoras.
Es a ti a quien esperamos, como sangre que fluye
por las venas de nuestro corazón cautivo.

¡Ven, Señor Jesús!

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