…orar siempre sin desanimarse.
(Lc.18, 1-8)
Importuna. Sin
rendirse en su soledad.
Escondida en su
viudez clama justicia
día y noche,
lejos del escondrijo
de las rutinas,
o de servidumbres
mágicas.
A la luz de tu
parábola, Jesús,
aunque el Cielo
difiera el plazo de la escucha,
mi oración ha de ser
cordón umbilical
de comunión contigo,
sin desmayo,
en la calle, al
volante, en el campo,
en el cine, en el
baile, en el trabajo,
en el hospital…
Importuno ante las
urgencias de hambres,
odios, guerras, paro…
y ante mis propias
derrotas.
Sea, pues, mi oración
palabra reparada en
la viuda de tu parábola.
¡Dulce conquista de mi alma!
No hay comentarios:
Publicar un comentario