La crisis ha arrastrado a millones de personas al paro. Y en no pocos casos, por falta de protección familiar o social, esa pérdida del empleo ha traído aparejada la imposibilidad de pagarse una vivienda. Aunque el drama de los desahucios es hoy su manifestación más visibles, son muchos los ciudadanos condenados desde hace tiempo a vivir en la calle o en un albergue. Para paliar su situación de exclusión, Cáritas y otras organizaciones pusieron en marcha dos décadas atrás la Campaña de Personas Sin Hogar. Este año lo que reivindican -un techo para todos- Son derechos, no regalos. Políticos y bancos se empeñan en aplicar recortes y leyes restrictivas, pero, una vez más, la Iglesia sale al rescate de los más desfavorecidos. No dejemos que la irresponsabilidad de nuestros gobernantes ponga incluso en peligro esta ayuda asistencial.
(VN, dic. 2012)
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