sábado, 22 de junio de 2013

Y VOSOTROS


Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
(Lc. 9, 18- 24)

 
Me delata, Señor, el miedo inconfundible
de confesar la verdad…
pero, como Pedro,
siento la necesidad de proclamarla
en medio de mis hermanos:
¡Tú eres el Mesías de Dios! 

En los ratos a solas con mi corazón
resuena la esencia de tu evangelio.
Tú no eres el caudillo glorioso,
el esperado rey libertador. 

Tampoco tu meta es la renuncia de todo,
la cruz de siempre,
y la vida que debe perderse… 

Ese abanico de tus exigencias
desgrana la verdad de tu propio mensaje,
son las huellas en la carrera de salvación. 

Tu propuesta, Señor, para el que quiera,
es renunciar para ser colmado.
es tomar la cruz para gozar de la resurrección,
es perder la vida para salvarla eternamente. 

No busque yo compensaciones místicas
al hilo de dogmas.
Ni me confunda la mentira de este mundo,
ni la luz que ciega en la oscuridad. 

Cuando dejas Cesarea para subir a Jerusalén,
entiendo tu sed de justicia, tu pasión de solidaridad,
tu ambición de amor, tu hambre de paz.
 
En la vulgaridad de mi cada día,
échame tu mano, Señor,
para poder confesar sin miedo,
                  ¡Tú eres el Mesías de Dios!

No hay comentarios:

Publicar un comentario