Iba Jesús camino de una ciudad llamada
Naín…
Llora la humanidad a
diario
como en el sur de Galilea, en Naín,
lloraba la madre viuda
arrebatada por el vértigo
de todos los dolores,
en el encuentro
inesperado contigo, Señor.
Tu gesto fue
gratuidad,
al margen de la fe de
la mujer.
Sólo te importó su
dolor.
Y porque Tú no eres un
Dios excluyente,
tu mirada se asomó al
abismo de la muerte,
para vencerla.
…
Hoy,
en el Naín de nuestra historia,
también un cortejo
camina preso de dolor,
frente a la comitiva
de la esperanza.
Señor,
que Tu palabra siga siendo vida...
No dejes el corazón de
la tierra a la intemperie.
En tu mismidad
profunda escucha las lágrimas
de tu pueblo,
donde muerte y vida entretejen el horizonte
de tu amor.
…
Dame hoy la oportunidad de creer en Ti,
como manantial de
vida,
ya que la muerte no es
un triste final,
como no lo fue en tu
Gólgota.
Contágiame de Ti, que
te siento ausente,
para que florezca vida
en mi derredor.
Que mi mirada, como la
tuya en Naín,
sea lenguaje de
solidaridad,
hasta reventar de
alegría...
Sólo así,
mi vivir será un
privilegio
para mis hermanos,
hijos de muchas lágrimas viudas.
Porque no todo está muerto,
mientras tu vida recorra mis caminos de Naín.
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