A la buena gente se la conoce
en que resulta mejor cuando se la conoce.
(Bertolt Brecht en “Poemas y canciones”)
Un día cualquiera. El sol es plomada.
Jardines y unos perrillos que corren.
Entre ellos, platerilla mía, Dana,
que ladra más que tres cachorros comen.
Un sudor inmigrado de hombre empuja
cobre, plomo y diez trastos en su carro,
por unos euros pendientes de puja,
sin soltar de sus labios el cigarro.
Él, tostado en el humano desierto,
acarició porvenir estudiando.
Mas su vida llora un futuro incierto,
cuando va por los rincones buscando.
Hipoteca, pan, luz, agua y cruel paro
empañan el chirrido de su carga.
Una sociedad pasa con descaro
sobre el chandal y su visera larga.
Ladra de pena, platerilla mía,
que, con frío o calor, fiel a su suerte,
no soltará el carro ni un solo día,
Waldo, chatarrero y buena gente.
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