Ningún siervo puede servir a dos amos…
(Lc.16,1-13)
A pesar de la
crisis,
devastadora de economías familiares,
se perpetúa la
sed insaciable de dinero.
El poder de la
riqueza es elevado a la categoría
de nueva religión.
¡Te hemos destronado,
Señor!
El dinero lame
la abundancia
de la ambición y
el consumismo feroz
blanquea las
estadísticas del paro
y del hambre
atroz.
¡Te hemos
destronado, Señor!
La violación de la
justicia social,
el fraude
indignamente tolerado
y la falta de
una ética comercial
son refugios de mayordomos ladinos.
¡Te hemos
destronado, Señor!
Ante tantos
sustitutos
de tus planes
salvadores,
y a pesar de mis
apegos de otra hora,
hoy quiero
proclamar mi valor supremo:
Entre esclavo
del dinero
y libre servidor de tu reino,
aquí me tienes,
mi Dios.
Quiero cantar a la
gente que trabaja dignamente,
Cantar a la
gente que dignamente consume.
Cantar a la
gente que comparte dignamente.
Cantarte a Ti que eres
indestronable, Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario