Primera lección.
Segunda lección
1.- ¡OJO! QUE GÉNERO NO ES IGUAL QUE SEXO
El género es una propiedad de los nombres y de los
pronombres… y que no siempre está relacionado con el sexo biológico. Las personas
no tenemos género, tenemos sexo. De
ahí, que la expresión “violencia de
género” sea incorrecta porque la violencia la cometen las personas,
no las palabras. En nuestra lengua se debe decir violencia sexual o violencia doméstica, como nos indica la Real
Academia Española.
Una comisión del parlamento andaluz se dirigió a la
Real Academia Española solicitando un informe sobre la corrección de los
desdoblamientos tipo: “diputados y diputadas, padres y madres, niños y
niñas”, etcétera. La RAE respondió
puntualizando que tales piruetas lingüísticas son innecesarias.
El empleo de
circunloquios y sustituciones inadecuadas: “diputados y diputadas electos y
electas” en vez de diputados electos, o llevaré “los niños y las
niñas” al colegio en vez de llevaré los niños al colegio resulta
empobrecedor, artificioso y ridículo.
3.-
Y ¡MUCHO OJO!, QUE LA ARROBA NO ES UNA LETRA
Para evitar las engorrosas repeticiones a que da
lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la alusión
a los dos sexos (los niños y las niñas, los ciudadanos y ciudadanas,
etc.) ha comenzado a usarse el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola
palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo
parece incluir en su trazo las vocales a y o: l@s niñ@s.
Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por
ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a
esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos
casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en Día del niñ@,
donde la contracción del sólo es válida para el masculino niño.
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