(publicada el 12 de agosto en IDEAL Granada)
¡Qué siga la fiesta!
“Mi misión como alcalde, decías en tu mensaje al pueblo, con motivo de las pasadas fiestas patronales, es hacer más llevadero el día a día tan duro que nos está tocando vivir, dotar al pueblo de unos servicios de calidad y seguir ayudando, en la medida de nuestras posibilidades, a las familias más necesitadas… También, inyectar en vosotros pequeñas dosis de alegría y optimismo para poder encarar el futuro próximo con ilusión y esperanza”.
Yo que soy pueblo, no te puedo pedir más, Alcalde. Sólo que no olvides lo que dejas escrito en el programa de fiestas, como icono de buena esperanza.
Éstas han sido un ejemplo de fiestas patronales, donde la música más variada se ha unido a la alegría popular, a pesar de los "necesarios recortes". Tu Corporación Municipal, con el buen hacer de la Comisión de Fiestas, ha demostrado saber estar con el pueblo... Imposible escudriñar fallos a la hora de hacer balance, porque, si los hubo, han sido mínimos, y sin importancia. Se han impuesto la armonía y la genialidad que subyacen en los genes serranos de nuestro pueblo.
Lo profano y lo religioso -campeonatos, exposiciones, conciertos, degustaciones, humor de pasacalles, verbenas, eucaristía y procesión- se han dado la mano en gozo de hermandad. Con razón, el cura Antonio, también escribía acertadamente en el portal fiestero, que la fiesta es un “lugar y tiempo de encuentro, de amistad, de acercamiento con vecinos menos conocidos, de suavizar desavenencias, de reconciliación y fraternidad”.
Han pasado ya las fiestas. Habrá que esperar a enero para reencontrarlas. Y luego, a un nuevo agosto… Mientras tanto, y recogiendo tus palabras, Alcalde, se me ocurre extrapolar el buen sentido de las fiestas patronales al cada día de todas las necesidades y exigencias que chispean en cada esquina de nuestro asfalto. Ese “look” que nos regala a diario la sierra, es también nuestra “fiesta” de cada día. Y si a esto le añadimos “ese lugar y tiempo de encuentro” para “encarar el futuro próximo con ilusión y esperanza”, el plato verbenero no podrá ser más suculento.
Que prosiga, pues, la “fiesta”, mi querido Alcalde… Esa que puede hacer de nuestro pueblo un ejemplo de participación ciudadana a favor de la pulcritud de nuestras calles. Fiesta que hable del soterramiento de tanto cable que afea el idílico paisaje montés de nuestro municipio. Fiesta que sea “dotar al pueblo de unos servicios de calidad”, fiesta que nos lleve a “suavizar desavenencias”, no sólo entre vecinos, sino también entre los gestores de gobierno y oposición.
Que siga la fiesta creadora de trabajo en medio del lastimoso paro que nos aqueja. Que sea esa fiesta sin fin que tape para siempre tantos agujeros de familias necesitadas. Sí, que siga la verdadera fiesta que entierre para siempre exclusión y desigualdad. Y que tú mismo, Alcalde, con tu entrega de cada día, seas la fiesta que dibuje un pueblo nuevo, remozado, donde nadie se sienta forastero.
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