… y ellos le estaban espiando. (Lc.14, 1.7-14)
A Gabi Vantajol que en Lyon desveló mi
amnesia.
Hoy, Señor, ilusionado por verte,
me he colado entre los poderosos
y afamados jefes.
Pero allí no estabas Tú.
Te he buscado sin desmayo
entre los primeros comensales
y no entre los criados.
Allí no estabas Tú.
He intentado meterme, Señor,
entre las túnicas de los puros,
tus consagrados,
Allí tampoco estabas tú. Y me he ido.
Sí, me he ido
a la fuente cantarina que acaricia los helechos,
a la pequeña ola que invade mansamente
la arena de la playa. Me he ido
a la
brisa que en la tarde susurra gozo al alma.
Me he ido
a la habitación
307 de la tercera planta del hospital,
y a la chabola junto al puente de la autopista,
y al silencio de la arboleda que reza.
Y allí estabas Tú…
Allí, al descubrir el menú de tu presencia,
confieso haber olvidado tus pistas…
Perdona, Señor, mi amnesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario