Esforzaos
en entrar por la puerta estrecha…
(Lc.
13, 22-30)
Mientras no
seáis comunidad solidaria,
espejo donde se
mira mi salvación.
Mientras
vuestras prácticas
sean vidas huecas,
vacías de
bendición,
no
sé quiénes sois.
Mientras no deis
consuelo a mi sufrimiento
humano
y no reaniméis
mis rodillas vacilantes.
Mientras
me miréis
malviviendo
en el paro
o
muriéndome en vuestras ausencias
humillantes,
no
sé quiénes sois.
Mientras me
juzguéis gritando
vuestra verdad.
Mientras calláis
mis gritos
con vuestros
engaños,
diciendo que
sois del Crucificado,
y no un hermano,
no
sé quiénes sois.
Mientras os
sintáis seguros
en vuestro
umbral,
y hagáis de mi
casa el cortijo de cada uno.
Mientras
insensibles a mi dolor,
mis manos
débiles no fortalezcáis
en la unidad y
el amor,
¡que
lo sepáis,
no
sé quiénes sois!
Cuando oiga de
vosotros
que sois
caminantes sin alforjas,
soñadores de la
nueva utopía,
discípulos de la
saga nazarena,
alegres, sin
congojas,
la
puerta, aunque estrecha, se abrirá
y
brindaremos con mi copa.
Porque entonces,
sólo entonces,
¡Yo,
vuestro Maestro, sabré quienes sois!…
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