Hace días en “Ideal”
(Cartas al Director, 28.10.13) me hacía eco de los comentarios dolorosos que
corrían por las indignadas calles de mi barrio granadino. El tema era la
injusta sentencia del Tribunal de Derechos
Humanos de Estrasbugo sobre la llamada “Doctrina Parot”. Eco que también subí a mi blog. Hoy, amanece este sábado con la excarcelación
de 9 presos de Eta, entre ellos el tal Troitiño, el sanguinario del Hipercor. Me sorprende, primero, la decisión de la
Audiencia Nacional de excarcelarlos “sin esperar al criterio del Supremo”, y,
segundo, que tal decisión fuera adoptada
por la mínima diferencia de nueve votos a favor por ocho en contra. ¡Válgame Dios! ¿Qué dirá de nuevo mi calle indignada
del barrio?
El académico,
sublime escritor, José García Román, escribe hoy un artículo de Opinión, sin
desperdicio, del que entresaco el siguiente texto, para animar a mis vecinos a
una profunda reflexión, y a los jueces, y a los políticos… y a los mismísimos
excarcelados:
“Lo que extraña, y no poco, es que no existan al menos
unas condiciones de obligado cumplimiento: el arrepentimiento y la petición de
perdón. Ninguna de estas actitudes devolverán la vida, pero se entendería mejor
una libertad; aunque encadenada para siempre si existe un pequeño nido de
principios en las entrañas del malvado derrumbado. Las víctimas llaman a las
puertas de las conciencias. La Justicia, a las de los códigos. La paz
exige vencedores; y en una democracia real,
sin aires justicieros. Nadie se debe permitir risas ni sonrisas en estos
momentos, cuando los gritos del silencio de unos muertos nos impiden respirar;
cuando el dolor por tantas vidas truncadas y humilladas nos deja el corazón en
carne viva”.
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