sábado, 2 de noviembre de 2013

VER A JESUS


Se subió a un sicómoro para verlo.
 (Lc.19, 1-10).

 
Yo, Señor,  pequeño como Zaqueo,
quiero subirme al sicómoro de mi vida
 y verte,
verte, por más que me lo impida la multitud de mis males.
Déjame verte,
al cruce de tu mirada en mi camino.
Que en verte está el cambio radical de mis noches. 

El arte de tu ternura no entiende de críticas ajenas,
ni quejas
de cuantos  desde el altar rezan
y  se erigen en jueces de las personas.
Tú haces familia en el templo, sí,
y  fuera del templo aún más,
entre los encaramados a los árboles de sus sufrimientos. 

Eres gallardo galileo de la generosidad,
ladrón de corazones arrepentidos,
abanderado de la cofradía de los Zaqueos,
y autohuésped de la dignidad humana,
a pesar de cuantos a tu vera
no paran de construir obstáculos. 

Eres la única semilla que no se vacía en la humana era
o en el labrantío de los que aman
el hábitat silencioso de la sinceridad. 

En esa esencia tuya, Señor, dame coraje
para bajarme a toda prisa de mi sicómoro,
que, en mirarte como Zaqueo,
quisiera entre los pobres
esparcir la mitad de  mi hacienda...

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario