jueves, 22 de septiembre de 2011

Hadas y duendes


A Pepita y José María,
a  Conchi  y Jaime.


A la orilla del plácido Sosa, 
en Monzón, en la misma Torreta,
memorial de Rosa y de Emilio,
revolotean hadas  y duende.

(Son las hadas,
María, Marta, Patricia y Laura,
Óscar y Néstor, los duendes).

El sol y luego la luna clara
ceden en acompañar sus almas, 
cuando el orfeón de tez adulta
musita a granel mil aventuras.

El manto fresco y verde mullido
con las sombras frutales burlonas
es testigo de las muchas glosas
en fidelidad y su amorío.

Las aguas cloradas, generosas,
por rachas mecen a los infantes,
Y Tuca se revuelve mosqueada
ladra que te ladra, con sus gracias.

A espalda de uno y otro ladrillo,
están los nombres, ¡nombres grabados!
que no son, pero allá lejos fueron...
¡En nosotros viven sus latidos!

Los niños juegan, nacientes vidas,
allí en Monzón, allí en la Torreta,
en las mansas orillas del Sosa,
dulzuras de atinadas cometas.




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