sábado, 23 de septiembre de 2017

GRATUIDAD

O vas atener tú envidia porque yo sea bueno.
(Mt. 10, 1-16)


Señor, provocas escándalo gratuito
en tu bondad inmensa.

Premias a los últimos como a los primeros.
No fijas horarios en tu viña. Llamas simplemente.
indistintamente,
desde la madrugada hasta la puesta del sol,
bajo el único diseño de tu gratuidad.

Tu palabra deja claro que no estás encerrado
en la estrechez
de las miradas preñadas de recelos y suspicacias.
Que Tú no entras en el juego torpe
de quien llega antes, o después.

La gratuidad de tu bondad nos revela
que la viña es tuya 
y nuestra es la tarea,
y que nuestro denario,¡el mismo para todos!,
es gozar a tu lado,
lejos del tufillo de méritos y laureles.

Has contado con nosotros
y... ¡eso es lo que importa!

Que el soplo de tu Espíritu no no falte
para seguir empujando el arado
en el amanecer, o en la hora undécima,
por cañadas espinosas,
     o en las praderas de tu gracia.



sábado, 16 de septiembre de 2017

SETENTA VECES SIETE

... sino hasta setenta veces siete.
(Mt. 18, 21-35)


Padre del Cielo,
Tú no entiendes de pesos y medidas.
Tu perdón no conoce tarifas. 

Desde los aledaños de tu misericordia,
veo que el olvido de mis males
sólo tiene una única medida,
¡tu amor!

Los brazos abiertos y sangrantes de tu Hijo,
que abrazan en amor a la humanidad,
es el sacramento neurálgico que me abre 
las puertas de tu morada.

En la madurez de mis días,
me siento insolvente, Padre mío,
incapaz de reembolsarte
tanto amor en mi mochila.

Tal vez, la estrechez de mi corazón
no tenga capacidad para comprender 
tanta deuda condonada.

Una cosa me falta.
entender bien eso de las setenta veces siete
que tu Hijo reveló a Pedro.

Enséñame a perdonar
con la medida de tu perdón,
 y entonces los ojos se me abrirán.


sábado, 9 de septiembre de 2017

EN MEDIO


Donde dos o tres están reunidos en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ello.  (Mt. 18, 15-20)


Cuando nos reunimos en tu nombre,
dudo que Tú, Señor,
estés en medio de nosotros…

Si somos una comunidad esclerotizada,
enmohecida,
¿Tú, en medio?

Si nos devora una llama intolerante
que apunta al hermano para juzgarlo,
¿Tú, en medio?

¿Tú, Señor,
en el eclipse total del diálogo cercano?
¿Tú, detrás de denuncias,
exclusiones,
condenas?

¿Tú, en medio
de los frenazos que asestamos al Espíritu?

Con frecuencia,
la corrección fraterna levita
sobre regueros de reproches
bajo los auspicios del atar y desatar…

¿Y Tú, Señor del amor,
en ese reguero de anatemas?

Maestro de Nazaret,
llena la vaciedad de nuestra vida sectaria,
Tú que eres vida
donde dos o tres se reúnen en tu nombre.

Suplanta todas nuestras pobres leyes,
para lograr reconocerte entre los hermanos,
Tú que eres amor
globalizado en el Calvario.

Danos saber ganar al hermano para tu causa,
Tú que eres calor de diálogo,
silencio que escucha sin desesperar,
perdón que nunca condena.

Y haznos sentir comunidad sin camuflaje,
al estilo de tus primeros seguidores,
como sacramento de nuestro encuentro contigo.

sábado, 2 de septiembre de 2017

EL ÉXITO

…tú piensas como los hombres.
(Mt. 16, 21-27)


Jesús, a veces resultas incómodo,
dramático y hasta cenizo y aguafiestas,
cuando dejas que tu corazón hable sin rodeos,
a expensas de  la voluntad del Padre.

Dejas claro que tus discípulos han de seguirte,
lejos de ajustarse a la lógica del  mundo.
O han de abandonar los remos…

Después de contemplar tanta euforia,
a tu lado,
por los caminos de la tierra bendita,
¿cómo Pedro podría entender tu cruz por encima
de sus cándidos deseos de triunfos mesiánicos?
                                                                                
Por encima de la fogosidad del apóstol,
Tú vienes a sentar prioridades en la vida.
Por encima de la coreografía de pancartas
y vítores, tan deseada hoy,
Tú  antepones el esfuerzo, el compromiso, el dolor…
la cruz junto al amor sin límite.

Para el discípulo tuyo
el éxito del mundo no es criterio de tu verdad.
Es necesario subir contigo a la Jerusalén de la vida
para entender que la cruz humanizada en ti,
ya no es un escándalo.
Es, en sí misma, el éxito de la autenticidad.

Aunque tus palabras resulten incómodas,
dramáticas, cenizas,
no nos pides  imposibles.
Tú vas delante marcando el camino.

Dame, por tanto, valentía para seguirte
aunque  tus clavos remachen mis andaduras.
Te lo pido con miedo,Señor, titubeando...
Pero es que he comprendido que portar tu cruz
es llenar de éxito
el vacío errante de mi historia.